
Tensión en los semáforos de Ibagué: La problemática de los limpiavidrios
La ciudad de Ibagué enfrenta una creciente tensión social en sus principales intersecciones viales, donde la presencia de limpiavidrios ha pasado de ser una simple actividad económica informal a convertirse en motivo de preocupación ciudadana. El fenómeno, que se ha intensificado en los últimos meses, presenta múltiples aristas que involucran seguridad ciudadana, convivencia urbana y problemáticas socioeconómicas de fondo.
Un Servicio que Se Convirtió en Conflicto
En el cruce de la Avenida Ambalá con Calle 60, uno de los puntos más concurridos de la ciudad musical, Miler Garzón detiene su vehículo ante la luz roja del semáforo. Inmediatamente, dos jóvenes se acercan con trapos y una botella plástica con agua jabonosa. Antes de que pueda negarse, ya están limpiando su parabrisas.
"Es casi imposible decir que no. Si les dices que no quieres el servicio, algunos te ignoran completamente y siguen adelante. Otros se molestan y te insultan", comenta Garzón, quien asegura haber sido testigo de cómo un limpiavidrios rayó con una moneda la puerta de un conductor que se negó a darle dinero.
Perla Rojas, domiciliaria que transita en moto diariamente por estos semáforos, relata: "La semana pasada, un señor que conducía un taxi se negó a darles dinero porque no había solicitado el servicio. El limpiavidrios lanzó el agua sucia sobre el vehículo y amenazó al conductor. Tuvieron que intervenir otros taxistas para calmar la situación".
Testimonios de Confrontación
Los incidentes reportados van desde insultos y amenazas hasta daños materiales a los vehículos. Charles Mendoza, comerciante del sector de la Carrera Quinta, narra cómo en una ocasión un limpiavidrios utilizó su herramienta para golpear un automóvil después de que el conductor se negara a pagar.
"No es un caso aislado. Cada vez son más frecuentes estos episodios de agresividad. Muchos conductores prefieren darles dinero, no porque realmente quieran el servicio, sino por temor a represalias", señala Mendoza.
Según testimonios recopilados entre usuarios de las vías, el patrón de comportamiento se ha vuelto predecible: si el conductor hace señas de negación, algunos limpiavidrios reaccionan con hostilidad, golpeando el capó del vehículo, escupiendo el parabrisas o profiriendo insultos.
"Mi esposa ya no quiere transitar por ciertos semáforos. Prefiere tomar rutas alternativas más largas", comenta Luis Felipe Tellez, residente del barrio La Pola.
La Perspectiva de los Limpiavidrios
No obstante, sería injusto no considerar la otra cara de la moneda. Gabo, de 28 años, limpiavidrios en un semáforo de una transitada Avenida d la ciudad, defiende su actividad: "La gente nos ve como delincuentes, pero muchos estamos simplemente trabajando. Yo mantengo a mi madre enferma y a un hijo pequeño con esto".
Gabo reconoce que hay compañeros problemáticos: "No todos somos iguales. Algunos muchachos vienen con problemas de drogas o agresividad y dañan nuestra imagen. Por uno pagamos todos".
Chiqui, otro limpiavidrios que trabaja cerca a un centro comercial, explica que han intentado organizarse: "Hemos tratado de establecer turnos y zonas para evitar conflictos entre nosotros mismos, pero es difícil controlar a todos".
Vacío Normativo y Respuesta Institucional
El Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana contempla sanciones para quienes obstruyan la movilidad o realicen actividades en el espacio público sin autorización, pero la aplicación de estas normas ha sido inconsistente en Ibagué.
Desde la Metib han indicado: "realizamos operativos periódicos para mantener el orden en estos puntos críticos, pero necesitamos soluciones estructurales que van más allá de la intervención policial".
Por su parte, la Secretaría de Gobierno Municipal ha anunciado la implementación de un censo para caracterizar a esta población y diseñar programas de capacitación e inserción laboral. "No podemos limitarnos a reprimir; tenemos que ofrecer alternativas".
Un Problema con Raíces Profundas
La proliferación de limpiavidrios en los semáforos de Ibagué refleja problemas socioeconómicos más profundos. La falta de oportunidades laborales formales, especialmente para jóvenes y personas sin cualificación, empuja a muchos a buscar sustento en actividades informales.
Según datos de la Cámara de Comercio de Ibagué, la ciudad registra una tasa de informalidad laboral superior al 55%, situándose por encima del promedio nacional. "Es un círculo vicioso difícil de romper sin políticas públicas efectivas".
Hacia Posibles Soluciones
Organizaciones sociales proponen la creación de programas específicos que incluyan:
- Capacitación técnica y certificación en oficios con demanda local
- Inserción gradual en el mercado laboral formal mediante alianzas con empresas locales
- Atención psicosocial para casos de adicciones o comportamientos violentos
- Regulación transitoria de la actividad mediante carnets y zonas autorizadas
Mientras tanto, los ibaguereños siguen enfrentando la disyuntiva diaria en los semáforos: aceptar un servicio no solicitado para evitar confrontaciones o arriesgarse a una reacción hostil. "Es triste tener miedo en tu propia ciudad", concluye Patricia Rojas, "pero también es triste que la única alternativa para muchos sea un trabajo informal y precario en las calles".
La solución a este complejo problema requerirá voluntad política, inversión social y un cambio cultural tanto en los limpiavidrios como en los ciudadanos. Un reto pendiente para una ciudad que busca mejorar su convivencia y seguridad urbana.
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