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1 Mayo 2017 10:47 AM

Pasemos de la indignacion a la acción

Alerta
Tolima

¿Son nuestras ciudades espacios pensados para los niños? No solo para que puedan sobrevivir, sino para que puedan disfrutar de todo lo que implica ser niño: jugar, aprender, descubrir, sonreír, tener un ambiente seguro y protector para crecer. Es algo que va más allá de la subsistencia, algo que uno esperaría que fuera lógico que estuviera al alcance de un menor, pero no es así.

Ni a Sara Salazar ni a Yuliana Samboní las mataron solamente sus asesinos: estas pequeñas niñas, y miles de niñas y niños más, son víctimas de una sociedad donde la violencia es sistemática y persistente y en la que los planes públicos rara vez son tenidos en cuenta.

En medio de la indignación que experimentamos al ver los sufrimientos que enfrentaron estas dos niñas, no puedo evitar preguntarme qué sucede en nuestra sociedad para que cada día tengamos que enterarnos de una historia de maltrato y abuso infantil aun peor que la anterior. ¿Qué nos pasa?

No parecen ser casos aislados o “cuestión de locos”. La violencia contra los menores va mucho más allá de esas dos modalidades. Se da por centenares y muchos casos ni siquiera llegan a tener una denuncia.

Las dificultades y las amenazas a menudo comienzan en el hogar. Padres y madres agresivos, ocupados y cansados,  algunos criados en ambientes machistas, otros quizá sin posibilidades económicas de llevar una vida digna, suelen ser los primeros factores de riesgo para nuestros niños, pero no los únicos. ¿Cuántos niños crecen en la calle, a veces trabajando, sin nutrición básica y sin los estímulos cognitivos? ¿Cuántos tienen una adecuada atención en salud y educación? ¿Cuántos van por la vida sin un abrazo solidario y protector?

Pero voy más allá: reto a mis lectores a caminar por su ciudad y detenerse a pensar si esos espacios que están recorriendo son amigables para los niños. Cuántos han tenido en cuenta su tamaño y su necesidad de jugar y de aprender. Cuántos reflejan una verdadera preocupación por su seguridad y por su vida.

Las formas en que la sociedad aniquila y violenta a los niños son múltiples y no se limitan a los horrendos asesinatos y violaciones. ¡Qué bueno que nos unamos para rechazar actos de barbarie como los de Sarita y Yuliana! ¡Qué oportuno que el país tenga un intenso debate sobre cómo castigar a esos delincuentes! Pero al tiempo, pensemos juntos cómo evitar que tantos hogares y barrios de Colombia sean fábricas de abuso infantil. Cómo hacer para que nuestras ciudades sean viables para los niños.

Empecemos por pequeñas cosas como hablarles con respeto y cariño, dedicarles tiempo de calidad, cederles una silla en un bus o conducir pensando en su bienestar.

No nos convirtamos en cómplices de las trampas que nuestras sociedades les tienden a los seres más maravillosos. Pasemos  de la indignación a la acción. E inspirados en personas como el pedagogo italiano Loris Malaguzzi de Reggio Emilia ¡Exijamos espacios urbanos al alcance de los niños!