Yegua aborta por pólvora en el Tolima y crece preocupación por los animales
El reciente aborto de una yegua en el Tolima, provocado por el estrés extremo generado por una detonación de pólvora, volvió a encender las alarmas sobre los impactos que estas prácticas festivas tienen en la fauna doméstica y silvestre del departamento. El episodio, relatado por el secretario del Interior, Ricardo Suárez Guzmán, refleja lo que las autoridades describen como un problema “invisible” pero recurrente cada diciembre: el sufrimiento de los animales que, a diferencia de los humanos, carecen de mecanismos para afrontar el ruido violento y repentino.
Según explicó el funcionario, la yegua entró en pánico tras el estallido y sufrió un aborto minutos después. “Es uno de los casos más dolorosos que hemos visto”, señaló Suárez Guzmán. Aunque no es el primero que se registra, sí es uno de los que mejor evidencia la magnitud del estrés al que son sometidos los animales en estas celebraciones. La historia ha causado indignación entre defensores de animales y ciudadanos, quienes denuncian que el uso de pólvora continúa cobrando víctimas silenciosas mientras se mantiene como tradición en diversas localidades del Tolima.
El secretario detalló que, durante esta época, los reportes de emergencias se disparan: perros y gatos que huyen despavoridos, aves que caen aturdidas por el estallido, y animales silvestres que terminan desorientados en zonas urbanas o en carreteras. “Por estas fechas es cuando más se reportan mascotas perdidas. Los animales buscan refugio porque sienten que están en peligro de muerte”, explicó. En muchas ocasiones, esos recorridos desesperados terminan en accidentes o en la desaparición definitiva de los animales.
Suárez Guzmán afirmó que no se trata solamente del ruido; la combinación de luminiscencias, vibración en el suelo y el estruendo súbito genera reacciones de supervivencia. “Los animales no entienden que es una celebración: interpretan todo como una amenaza”, recordó. Y ese miedo profundo está causando daños cada vez más documentados en la salud física y emocional de mascotas y fauna silvestre.
A esto se suma una situación que preocupa aún más a veterinarios y biólogos: los efectos acumulativos del estrés prolongado. Crisis nerviosas, taquicardia, colapsos, pérdida de orientación, e incluso alteraciones en la conducta que permanecen durante días o semanas posteriores a las festividades. En zonas rurales, campesinos han reportado casos de caballos y mulas que dejan de comer, aves que abandonan nidos y animales de granja que desarrollan comportamientos atípicos.
En ciudades como Ibagué, mientras tanto, los refugios de animales enfrentan cada diciembre el reto de recibir a los perros y gatos que terminan en las calles tras escapar de sus hogares por el estallido de voladores y tacos. Muchos no llevan collar de identificación, lo que dificulta aún más su regreso. Organizaciones animalistas coinciden en que esta es la época del año en la que mayor número de mascotas se extravían.
El funcionario fue enfático en que el llamado no es solo para las autoridades municipales, sino para la ciudadanía. “Le pedimos a la gente conciencia y responsabilidad. La pólvora no es un juego. Estamos viendo consecuencias gravísimas no solo en las personas quemadas, sino también en los animales que sufren por algo que es completamente evitable”, expresó.
Los alcaldes, por su parte, han recibido instrucciones para reforzar campañas de prevención, educación y control. En algunos municipios se han implementado zonas libres de pólvora y se promueven espectáculos alternativos como luces LED o shows culturales, aunque estas prácticas aún avanzan lentamente frente a la tradición arraigada del estallido y la pirotecnia.
Expertos en comportamiento animal insisten en que, mientras no se reduzca el uso de pólvora, los daños continuarán repitiéndose cada año. Recomiendan a los propietarios mantener a sus mascotas dentro de casa, cerrar puertas y ventanas, poner música suave para amortiguar el sonido y, cuando sea necesario, acudir a veterinarios para calmantes recetados que eviten crisis de pánico.
A pesar de los esfuerzos, la realidad se impone cada diciembre: los animales pagan el precio de una festividad que no logran comprender. El caso de la yegua, que terminó perdiendo a su cría por una detonación ajena a su entorno, se convierte así en un símbolo de lo que las autoridades llaman una urgencia silenciosa que requiere del compromiso de todos.
“No queremos que este diciembre sea recordado por tragedias”, concluyó el secretario del Interior. “La decisión está en las manos de los ciudadanos”.
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