
Tolima lanza estrategia que convierte el empleo en un camino de libertad para mujeres violentadas
En el Tolima, un nuevo capítulo en la lucha contra la violencia de género comenzó a escribirse con un enfoque poco habitual: a través de beneficios tributarios dirigidos al sector empresarial. Esta semana, la Secretaría de la Mujer de la Gobernación del Tolima, en conjunto con la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), adelantó una jornada de socialización con empresarios locales y medios de comunicación para presentar en detalle los alcances del llamado Incentivo Violeta, una estrategia que busca fomentar la inclusión laboral de mujeres que han sido víctimas de violencia, a través de una herramienta concreta: la deducción del 200% en el impuesto de renta por su contratación formal.
El encuentro se desarrolló en el marco de una serie de desayunos sectoriales que buscan vincular al empresariado regional en procesos de transformación social. El objetivo: explicar cómo esta medida no solo representa un beneficio fiscal directo para quienes decidan acogerla, sino que abre la puerta para que cientos de mujeres encuentren una vía real para reconstruir sus vidas lejos del círculo de violencia que han padecido.
El Incentivo Violeta fue aprobado por la DIAN y se encuentra vigente en la normatividad nacional, pero su aplicación práctica aún es desconocida para buena parte del sector privado. De ahí que la iniciativa de la Gobernación se haya centrado en socializarlo con claridad y aterrizarlo al contexto tolimense. En palabras sencillas, el incentivo permite a una empresa deducir el doble del salario pagado a una mujer víctima de violencia de género en su declaración del impuesto sobre la renta. Es decir, si una compañía contrata formalmente a una mujer en esta condición y le paga un millón de pesos al mes, podrá descontar dos millones en su base gravable. Así de contundente.
Sin embargo, más allá del número frío, el trasfondo del beneficio apunta a un asunto mucho más profundo: la autonomía económica como vía para romper los ciclos de dependencia, manipulación y agresión. Según múltiples estudios y entidades defensoras de derechos de las mujeres, una de las principales barreras para que las víctimas de violencia de género logren abandonar a su agresor es la falta de ingresos propios. De ahí que un empleo estable no solo represente dignidad, sino también libertad y seguridad.
Durante el encuentro, voceras de la Secretaría de la Mujer recordaron que esta política hace parte de la estrategia “Valientes: mujeres que abren caminos”, una apuesta departamental que busca generar entornos más igualitarios a través de la articulación de esfuerzos entre lo público y lo privado. Lejos de limitarse a campañas simbólicas o conmemorativas, esta estrategia busca resultados medibles, como la ampliación de plazas laborales ocupadas por mujeres víctimas, la sensibilización del sector productivo y la consolidación de redes empresariales con enfoque de género.
En la práctica, este tipo de incentivos fiscales suelen tener poco alcance si no existe una divulgación eficiente o un acompañamiento técnico adecuado. Por eso, la Gobernación ha decidido salir a terreno y reunirse con los gremios, sector por sector, para explicar no solo los detalles legales del beneficio, sino también cómo acceder a él, qué documentación se requiere y cómo las entidades estatales pueden facilitar el proceso.
Una parte fundamental del mensaje ha sido el llamado a los empresarios para que se vean como parte activa de la transformación social. No se trata de “caridad empresarial” ni de cuotas obligatorias, sino de reconocer que la contratación incluyente puede coexistir con modelos de negocio sostenibles, rentables y éticamente responsables. Además, se dejó claro que este incentivo no está limitado por el tamaño de la empresa, por lo que tanto pymes como grandes compañías pueden beneficiarse por igual.
El impacto esperado va más allá de las cifras tributarias. Desde la Secretaría se insiste en que lo más importante es el efecto transformador que un empleo digno puede tener en una mujer que ha vivido situaciones de violencia. Y aunque aún queda camino por recorrer en términos de articulación interinstitucional y acompañamiento psicosocial, esta apuesta empieza a posicionarse como una oportunidad para que las empresas tolimenses marquen una diferencia real.
De momento, varios gremios expresaron interés en evaluar la implementación del incentivo al interior de sus compañías. Y aunque todavía no hay una cifra oficial de mujeres beneficiadas, el simple hecho de abrir la conversación con empresarios y poner el tema en la agenda económica ya marca un precedente.
La invitación está abierta: el Tolima busca empresas que no solo generen utilidades, sino que también estén dispuestas a cambiar vidas.
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