ocobos, cambulos y gualandayes 2024
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Alerta Tolima
3 Sep 2025 03:21 PM

¿Reconoces los ocobos, cámbulols y gualandayes? Los guardianes florales que pintan de magia las calles de Ibagué

Tatty
Umaña G.
La florescencia de ocobos, cámbulos y gualandayes convierte a Ibagué en un espectáculo natural de rosados, naranjas y violetas.

Caminar por las calles de Ibagué en estos días se ha convertido en una experiencia sensorial única. La ciudad musical de Colombia se viste de gala con un espectáculo natural que cautiva tanto a habitantes como a visitantes: la florescencia simultánea de tres especies arbóreas que transforman el paisaje urbano en un auténtico festival de colores. El ocobo, el cámbulo y el gulanday despliegan su belleza en una sinfonía cromática que tiene a las redes sociales desbordadas de fotografías y a los ibaguereños orgullosos de su patrimonio natural.

Este fenómeno no es casual. La confluencia de factores climáticos ha propiciado que estos tres gigantes de la naturaleza coincidan en su período de floración, creando un espectáculo que ocurre con poca frecuencia. Las vías de la capital tolimense se han tapizado de tonalidades que van desde el rosa intenso hasta el violeta, pasando por rojos vibrantes que contrastan magistralmente con el verde permanente del follaje tropical.

El ocobo despliega su manto rosado como símbolo de identidad

El ocobo, conocido científicamente como Tabebuia rosea, ostenta el honor de ser el árbol insignia de Ibagué desde el año 2000, cuando el decreto 569 lo designó oficialmente con este reconocimiento. Su floración actual presenta una intensidad cromática excepcional, con flores que oscilan entre el rosa intenso y el lila, creando verdaderas alfombras naturales cuando los pétalos caen sobre el pavimento urbano.

Estos majestuosos especímenes pueden alcanzar hasta 30 metros de altura y se caracterizan por florecer entre una y dos veces al año. La floración de agosto y septiembre de este período ha sido particularmente prolífica, coincidiendo con la temporada seca que favorece el desarrollo de las flores en forma de campana que miden entre cinco y ocho centímetros de largo.

El legado cultural del ocobo trasciende su belleza ornamental. Desde 2005, gracias al acuerdo municipal 033, cada 17 de septiembre se celebra el Día del Ocobo en Ibagué, fecha que incluye jornadas de siembra, concursos fotográficos y exposiciones artísticas. La Orquesta Klássica de Ibagué, dirigida durante una década por Antonio Cardozo Díaz, rindió homenaje musical a este árbol emblemático, rescatando los temas bailables clásicos que forman parte de la identidad cultural tolimense.

El cámbulo enciende la ciudad con su naranja intenso

Mientras el ocobo seduce con su delicadeza rosada, el cámbulo o Erythrina poeppigiana irrumpe en el paisaje con la fuerza de sus racimos de flores naranja intenso. Este coloso puede crecer hasta 30 metros de altura y se distingue no solo por su imponente presencia, sino también por su función ecológica como proveedor de sombra para otros cultivos, especialmente el café.

La corteza del cámbulo, adornada con espinas características, ha sido valorada por la medicina tradicional durante generaciones. Su floración, que generalmente ocurre entre diciembre y febrero, se ha extendido este año creando un contraste cromático espectacular con las tonalidades rosadas del ocobo y violetas del gulanday.

El gulanday pinta el cielo de violeta en un despliegue celestial

Completando este trío de maravillas naturales, el gulanday o Jacaranda mimosifolia despliega sus flores de color azul-violeta que parecen fundir el cielo con la tierra. Aunque no es originario del Tolima, este árbol se ha adaptado perfectamente a las condiciones climáticas locales y se ha convertido en parte integral del paisaje urbano ibaguereño.

El gulanday puede alcanzar hasta 15 metros de altura y se caracteriza por florecer dos veces al año, generalmente en primavera y otoño. Sin embargo, la floración actual entre mayo y julio ha creado un dosel mágico que transforma las avenidas en túneles de color violeta. Sus propiedades medicinales incluyen el tratamiento de dolencias respiratorias mediante el uso de sus hojas, mientras que la corteza posee características antiinflamatorias.

Un espectáculo que inspira arte y conecta con la naturaleza

La sincronización de estas tres floraciones ha generado un impacto cultural significativo en Ibagué. Las redes sociales se han inundado de contenido visual que muestra la transformación temporal de la ciudad, convirtiendo a estos árboles en protagonistas de una narrativa urbana única. Fotógrafos profesionales y aficionados documentan este fenómeno natural que ocurre con poca frecuencia de manera simultánea.

Estos árboles no solo embellecen el entorno urbano, sino que también cumplen funciones ecológicas fundamentales. Atraen polinizadores como abejas y colibríes, contribuyen a la regulación térmica de la ciudad mediante la provisión de sombra y participan en el ciclo del agua a través de la transpiración. Su presencia en el tejido urbano representa un ejemplo de cómo la planificación citadina puede integrar elementos naturales que benefician tanto al ecosistema como a la calidad de vida de los habitantes.

Los guardianes silenciosos de una ciudad en transformación

Más allá de su belleza estética, estos tres gigantes funcionan como guardianes silenciosos de Ibagué, testigos de su evolución histórica y protagonistas de su identidad visual. Cada especie, con su personalidad cromática única, contribuye a crear un paisaje urbano que distingue a la capital tolimense de otras ciudades colombianas.

El fenómeno actual de florescencia simultánea representa una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de preservar y valorar el patrimonio natural urbano. Estos árboles, que requieren décadas para alcanzar su madurez y desplegar su máximo esplendor, constituyen una inversión a largo plazo en la calidad ambiental y estética de la ciudad.

La transformación temporal de Ibagué en un lienzo de colores vibrantes nos recuerda que la naturaleza, cuando se le proporciona el espacio y las condiciones adecuadas para prosperar, puede crear espectáculos de una belleza incomparable. Los ocobos con sus tonos rosados, los cámbulos con su rojo intenso y los gualandayes con su violeta celestial no son simplemente elementos decorativos del paisaje urbano, sino componentes vitales de un ecosistema urbano que respira, florece y se renueva cíclicamente.

Este despliegue natural excepcional en Ibagué se constituye así en un recordatorio de la magia que surge cuando la planificación urbana respeta y potencia la presencia de especies arbóreas que, además de cumplir funciones ecológicas esenciales, aportan belleza, identidad y conexión emocional entre los ciudadanos y su entorno natural.

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Alerta Tolima