 
En el limbo equipo Atlético Huila. Un equipo sin casa y una ciudad sin estadio
Han pasado nueve años desde aquella tarde del 19 de agosto de 2016, cuando colapsó una parte de la gradería occidental del estadio Guillermo Plazas Alcid, cobrando la vida de cuatro obreros y nueve más heridos bajo los escombros y una nube de polvo. Lo que debía ser una obra de modernización terminó en tragedia.
Desde entonces, el estadio que alguna vez vibró con los goles del Atlético Huila se convirtió en el símbolo más doloroso del abandono, la improvisación y la desidia institucional, debido a que las obras de reconstrucción han avanzado lentamente, afectadas por problemas contractuales y falta de continuidad administrativa.
Hoy, casi una década después, el estadio aún no cumple con las exigencias técnicas necesarias para recibir eventos de gran magnitud. El Guillermo Plazas Alcid no es solo cemento y graderías; es el corazón del fútbol huilense. Por él han pasado generaciones enteras de hinchas, niños que soñaban con vestir la camiseta auriverde y familias que encontraban en el estadio un punto de encuentro.
Pero desde aquel derrumbe, la historia se ha ido apagando entre licitaciones truncadas, obras inconclusas y promesas que se repiten en cada gobierno.
Hace aproximadamente dos meses, el Concejo de Neiva aprobó un nuevo empréstito de $28.000 millones destinado a la construcción de la tribuna occidental del Estadio Guillermo Plazas Alcid, de acuerdo con el cronograma presentado, se esperaba que en el primer trimestre de 2026 se abriera la licitación pública para la ejecución de la primera fase, y que los trabajos iniciaran a mediados de julio del mismo año.
El proyecto contemplaba tres etapas de construcción, lo que implicaba un desarrollo progresivo y de largo aliento en términos de infraestructura deportiva para la capital huilense.
Sin embargo, a pesar de los anuncios de inversión por parte de la Nación, el departamento y el municipio, el proyecto sigue sin encontrar rumbo. Hoy, las tribunas que un día retumbaron de alegría permanecen silenciosas, corroídas por el tiempo y por el olvido.
De esta manera el Atlético Huila vuelve a quedar a la deriva. La reciente decisión de la Dimayor de poner como no apto el estadio para la realización de partidos de futbol profesional colombiano, esto por falta de condiciones adecuadas, lo que produjo el traslado del equipo a Ibagué para disputar el resto de la temporada.
El gobernador del Huila, Rodrigo Villalba, reconoce que la situación es crítica, “el proyecto de la recuperación del estadio todos los días le salen chicharrones, es un problema muy complejo, nosotros nos comprometimos a recuperar específicamente la tribuna colapsada, recuperar la pista atlética. El proyecto está, nos toca la ejecución, tratamos de vincular al gobierno nacional, nos dijo que sí, pero hasta el momento no ha salido con nada”.
Y es que la situación ha estado bastante compleja este 2025, el primer contratiempo fue la determinación de que el estadio no podía tener público en los partidos, luego fue la decisión de la DIMAYOR de no permitir ni asistentes ni la realización de partidos en el Guillermo Plazas Alcid, un estadio que su comienzo 'artesanal' arrancó a finales de la década de los cincuenta, con un grupo de jóvenes que limpiaron un terreno para darle forma de cancha de fútbol.
No fue hasta el año de 1964 con la marcha del ladrillo, liderada por el alcalde electo de la época Guillermo Plazas Alcid, estudiantes y ciudadanos, donde llevaban ladrillos hasta el lugar, que se inició la construcción con la donación del terreno en el barrio La Libertad, por parte de la Alcaldía Municipal ante la designación de Neiva como sede de los Juegos Deportivos Nacionales de 1980.
Más allá del deporte, lo que está en juego es el orgullo de una región. Un golpe duro para los huilenses y la hinchada que, fiel pese a todo, sigue llenando las calles con camisetas amarillas y banderas.
“Debemos hacer un plan choque para resolver el tema, encuentro en el alcalde su buena voluntad y tiene que liderar el proceso porque el estadio es un bien público del municipio, pero le estamos dando respaldo económico de la gobernación. Entendemos a las directivas del equipo del fútbol, pero ellos también tienen que entender que la respuesta en lo público es distinta a lo privado, tenemos que sentarnos a hablar con ellos y ver alternativas”, agregó el gobernador.
El Atlético Huila, que ha representado por décadas al departamento en los torneos nacionales, se ve obligado a emigrar por la falta de compromiso institucional. “No es solo un tema deportivo, es un reflejo de cómo se gestiona lo público”, dice un aficionado mientras observa el deterioro de las obras inconclusas.
Por su parte, el secretario de deportes y recreación de Neiva, Juan Camilo Muñoz indicó que constantemente se están reuniendo en Bogotá en pro en ir viabilizando todas las tribunas del estadio, “la gobernación, la alcaldía, Inderhuila tienen reuniones constantes con el Ministerio del Deporte para adelantar y viabilizar el estadio, así como otros escenarios que requieren atención…esperamos traer recursos del nivel nacional”.
Hoy, el estadio que debía ser un símbolo de progreso es una herida abierta. Y el equipo, sin casa, se encuentra en el limbo. Nadie sabe cuándo volverán los cánticos, ni cuándo Neiva podrá recuperar su templo futbolero.
“Ojalá se conserve el nombre y esperamos que se llegue esa alianza público-privada, el Atlético Huila genera muchos empleos. Nosotros continuaremos apoyando al equipo, es para siempre. El partido que se viene es a puerta cerrada pero esperamos que en los próximos podamos acompañarlos, son espacios de amor por lo nuestro”, agregó Cristian Bautista, concejal y vocero de la barra Alta Tensión Sur.
En el Guillermo Plazas Alcid se esconde una verdad incómoda, el tiempo ha pasado, los gobiernos han cambiado, pero las promesas siguen siendo eso, promesas. Y mientras el balón rueda en otra ciudad, en Neiva solo queda el eco de lo que alguna vez fue orgullo, pasión y esperanza.
 
 
 
   
   
   
  