
Desde hace más de una década, Ibagué se ha engalanado con las figuras imponentes de Marta Lucía Arbeláez, obras que trascienden el icopor para convertirse en emblemas de la cultura popular. Estas esculturas, que han desfilado en el Carnaval de Barranquilla y la Caminata Solidaridad por Colombia, son más que adornos; son narraciones visuales que capturan la esencia de mitos y personajes cotidianos, dejando una huella imborrable en la memoria de quienes las contemplan.
El nacimiento de una visionaria
Marta Lucía Arbeláez, la mente maestra detrás de estas maravillas, es una artista que piensa y crea en grande. Su habilidad para materializar seres míticos y personajes de la vida diaria, como colibríes y tángaras, con un realismo asombroso, es el resultado de una sensibilidad inmensa que ha cultivado a lo largo de los años. Su conexión con la naturaleza, que la llevó a ser una experta pajarera, se refleja en la vitalidad de sus figuras, donde cada detalle cobra vida. Esta pasión por el arte la impulsó a buscar la maestría, aprendiendo de los mejores carroceros de Pasto, con quienes ha trabajado en colaboración durante años, perfeccionando su técnica y estilo.
Un compromiso verde: Arte que respeta la tierra y la memoria
El proceso creativo de Marta Lucía va más allá de la estética; incorpora un profundo compromiso ambiental. Sus monumentales esculturas no solo están hechas con icopor, papel y pintura, sino que muchas de ellas incorporan materiales reciclados, destacándose por la filosofía de cero desperdicio. Nada de sus creaciones, ni sus piezas, se desechan; cada fragmento de material es reutilizado, garantizando que su arte no genere contaminación. Después de las festividades, estas grandiosas figuras, que a menudo son tan apreciadas que se dejan expuestas todo el año, descansan, pues su belleza y gran detalle continúan adornando con un toque tradicional.
Leyendas vivas: La Bruja, la Madremonte, el Mohán, la Candileja
Entre las muchas figuras que Marta Lucía ha realizado, algunas han dejado una marca imborrable en el corazón de quienes las han disfrutado. Una grandiosa Madremonte, de casi tres metros de altura, con una cara angelical y rodeada de animales meticulosamente detallados, es una de sus obras más queridas. Martha Lucía ha comentado al respecto: "Es increíble cómo esa Madremonte atrae tanto a los niños, cuando estuvo expuesta a las afueras del Museo de Arte del Tolima, siempre estuvo rodeada de niños, todos los pequeños querían hacerse fotos con ella," revelando el poder de conexión de su arte. Su versión de la Candileja, por otro lado, es representativa pero única en estilo, con una expresión facial que le es propia y llamaradas que parecen cobrar vida, una hermosa representación de una leyenda tradicional del Tolima. En el último Festival Folclórico las novedades no se hicieron esperar, entre ellos la bella figura de Cantalicio Rojas, el compositor de "El Contrabandista", una figura que cautivó a muchos, junto a otros personajes a los que nunca antes se les había rendido homenaje en estas fiestas tradicionales, y que estuvieron presentes en el desfile de San Juan.
Los orígenes de una pasión
La historia de Marta Lucía comienza lejos de las carrozas, en las montañas del Tolima, donde pasaba horas observando colibríes con sus binoculares. “Siempre quise capturar ese instante en que las alas parecen detenerse en el aire”, confiesa. Fue esa obsesión por el detalle la que la llevó, hace 15 años, a buscar a los maestros carroceros de Pasto, en un taller de tres meses impartido por uno de los más reputados maestros, gestionado por Santiago Vargas Pieschacón, presidente del Círculo de Competitividad Turística, para quienes desarrollaban esta labor en el Tolima. Sin embargo, Marta Lucía, que ya experimentaba con las figuras talladas, tenía prisa por aprender. Su gran capacidad de aprendizaje en el taller le permitió rápidamente marcar su impronta al darle expresión humana el toque de tierra a una figura de icopor.
El santuario de la creación: Donde las leyendas tolimenses se materializan
Entrar al taller de Marta Lucía es como penetrar en el imaginario colectivo del Tolima. En un rincón, la Candileja del 2024, que fue furor, mueve sus brazos mecánicos; en otro, un colibrí cabecicastaño, especie endémica de la región, cobra aún más vida con cada pincelada. “Aquí está la mágica”, bromea mientras le enseña a una joven ibaguereña a empapelar. Cada mañana, su equipo de artesanos, algunos formados por ella desde adolescentes, se reúne para lo que llaman “la misión imposible”: convertir bocetos en realidades que desfilarán por las calles. Conseguir personal no ha sido fácil para Martha Lucía; por ello, en temporada, muchos jóvenes pastusos que conocen el arte se dejan dirigir por ella, pues las facciones, los detalles, las miradas y hasta los colores son distintos entre las figuras pastusas y las tolimenses.
Obras que marcaron un legado
La carrera de Marta Lucía ha estado marcada por momentos decisivos. En 2009, su primera carroza para el Festival Folclórico, un homenaje al Bunde Tolimense, fue criticada por "atrevida". En 2018, presentó su Madremonte con un lado protector y maternal, rodeada de animales, rompiendo esquemas y logrando que los niños abrazaran la escultura. En 2023, su carroza “Café para la vida” para el Carnaval de Barranquilla rompió fronteras, al ver a costeños bailando alrededor de sus chapoleras tolimenses, un momento que no tiene precio para ella. También expresa orgullo por haber participado con la carroza de la señorita Colombia en una versión de la Caminata de la Solidaridad por Colombia, a solicitud del mismo Raymundo Angulo. Su labor ha evolucionado, y el movimiento en sus figuras ha sido un gran reto que ha logrado sin perder su esencia: esas expresiones dulces de pieles trigueñas, características de la región. Cada detalle importa, por ello las verrugas de una bruja, las greñas del Mohán, las mazorcas, los tenderetes, todo es pensado minuciosamente, porque todo debe verse perfecto, real.
La filosofía del arte: Compromiso con la tierra, la memoria y la alegría
Para Marta Lucía, cada creación lleva tres compromisos fundamentales. Primero, con la tierra: "Ningún material va a la basura. Hasta el polvo de icopor se reutiliza," asegurando un proceso sostenible. Segundo, con la memoria: "Mis abuelos me contaban leyendas. Ahora yo las cuento en 3D," manteniendo vivas las tradiciones. Tercero, con la alegría: "Cuando una carroza pasa y ves ese brillo en los ojos de la gente… eso es patria," entendiendo el arte como un vehículo de identidad y felicidad.
El desafío de lo efímero y el sueño de un museo viviente
“Mamá, ¿por qué haces cosas tan hermosas si al año ya no estarán?”, le preguntó una vez su hija. La respuesta de Martha Lucía reside en su archivo fotográfico de más de 15,000 imágenes y en las generaciones que ha formado. “Lo importante no es que duren, sino que queden aquí”, dice, tocándose el corazón, revelando la trascendencia de su arte más allá de su duración física. Mientras desarrolla obras maravillosas para hoteles, centros comerciales, edificios y parques que se verán en el próximo Festival Folclórico, Marta Lucía revela su proyecto más ambicioso: un taller-escuela donde los visitantes puedan ver nacer las figuras, disfrutarlas, tomarse fotos y aprender a modelar este bello material. “Quiero que la gente entienda que esto no es artesanía… es arte con mayúsculas,” afirma, buscando elevar la percepción de su oficio.
La creadora, su obra y lo que inspira
En medio de la entrevista le llega un mensaje, que la emociona mucho. "¿Te lo puedo leer?" "Sea este el momento en que los Tolimenses rindamos un homenaje a las manos prodigiosas de una artista que ha engrandecido las paginas de los festivales folclóricos durante años de trabajo incansable interpretando magistralmente la cultura popular a través de sus carrozas. Marta Arbeláez es sinónimo de arte y cultura, su vida está llena de color y su imaginación traspasa las fronteras de la creatividad, entregando hermosas obras que engalanan las fiestas en los pueblos colombianos, gracias señora Martha por enseñarnos a soñar en grande. Sí; sus obras son monumentales, las obtiene del corazón mismo del folclor popular y le muestra al pueblo su historia con magnificas composiciones a la altura de los mejores carnavales del mundo. Se necesita una mente como la de ella para crear una explosión de color que alegra los corazones del público que al unísono grita y aplaude emocionado al paso de sus carrozas. Se necesita un espíritu incansable, lleno de amor por el arte para componer con detalle estas obras maestras. Durante todo el año más de veinte personas trabajan sin descanso, ella les enseña, les da ejemplo, los cría y los convierte en artistas, es una escuela en sí misma. Ella siempre tiene prisa, pasa en su camioneta a traer la pintura, ordena las mezclas perfectamente para obtener el color que será pincelado sobre las figuras tridimensionales que adornaran algún municipio, alguna fiesta, no se queda quieta, creo que mide uno sesenta de estatura, pero es gigante como todas sus obras, ella piensa en grande, todos los días crea algo nuevo y planea el día siguiente, nos enseña que la vida es un privilegio y que el tiempo se hizo para aprovecharlo. Gracias Marta." Sus ojos llenos de lágrimas de emoción lo decían todo.
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