Dermatitis
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Suministrada
12 Sep 2025 04:14 PM

La dermatitis atópica va más allá de la piel: una batalla silenciosa que afecta mente y bolsillo

Tatty
Umaña G.
Pacientes pierden 10,9 días laborales al año. El 14% desarrolla depresión por esta condición crónica.

En los consultorios médicos de Ibagué, como en el resto del país, una realidad silenciosa se repite día tras día. Pacientes que llegan con la piel enrojecida, irritada, buscando alivio para una picazón que no cesa. Sin embargo, lo que muchos no comprenden es que la dermatitis atópica representa apenas la punta del iceberg de una compleja enfermedad que trasciende lo visible.

La dermatitis atópica afecta aproximadamente al 20% de los niños y hasta al 10% de los adultos a nivel mundial. En Colombia, las cifras revelan una prevalencia de 3.415 casos por cada 100.000 habitantes, lo que significa que miles de tolimenses conviven diariamente con esta condición crónica que va mucho más allá de las manifestaciones cutáneas.

Cuando el sufrimiento trasciende la superficie de la piel

"Las manifestaciones en la piel son apenas la parte visible de una enfermedad inflamatoria crónica que genera un sufrimiento profundo, con un picor constante que interrumpe el sueño y deteriora la calidad de vida", explica Lina Mora, gerente médico de Sanofi. Esta perspectiva médica nos invita a replantear nuestra comprensión sobre una enfermedad que durante años ha sido subestimada en su verdadera dimensión.

La dermatitis atópica refleja una disfunción del sistema inmunológico que provoca una inflamación sistémica. Además de la picazón intensa, el enrojecimiento y la irritación, esta condición crónica e intermitente se convierte en una compañera constante que modifica rutinas, altera el descanso y transforma la vida cotidiana de quienes la padecen.

Para las familias ibaguereñas que enfrentan esta realidad, cada día representa un desafío particular. Los padres se convierten en cuidadores principales, asumiendo un rol que demanda paciencia, conocimiento y una resistencia emocional extraordinaria ante el sufrimiento de sus hijos.

El peso emocional que pocos comprenden realmente

Los números revelan una verdad que preocupa profundamente a los especialistas. Las personas que viven con dermatitis atópica tienen un 14% más de predisposición a desarrollar depresión que quienes no presentan esta condición. Además, enfrentan un 17% más de probabilidades de sufrir ansiedad, datos que evidencian cómo una enfermedad aparentemente "superficial" puede generar heridas emocionales profundas.

En los casos más severos, el impacto psicológico alcanza dimensiones alarmantes. El 3% de los pacientes reporta ideación suicida, una estadística que subraya la urgencia de abordar esta enfermedad desde una perspectiva integral que considere no solo los síntomas físicos, sino también las consecuencias mentales.

Los síntomas tienden a intensificarse en situaciones de estrés emocional. Una mudanza, una ruptura amorosa, los retos académicos o las presiones laborales pueden desencadenar brotes más severos, creando un ciclo donde el estrés empeora la condición y la condición genera más estrés.

Cuando los cuidadores también necesitan ser cuidados

La dermatitis atópica no afecta únicamente a quien la padece. Los padres y cuidadores de niños con esta condición enfrentan su propia batalla emocional, caracterizada por el agotamiento constante, la frustración ante tratamientos que no siempre funcionan y la angustia permanente por el bienestar de sus hijos.

En Ibagué, como en otras ciudades colombianas, muchas familias organizan su vida alrededor de la enfermedad. Las noches se interrumpen por el llanto y la picazón, los planes familiares se modifican según el estado de la piel, y la preocupación se convierte en una compañera silenciosa que acompaña cada decisión cotidiana.

Esta carga familiar tiene repercusiones que se extienden hasta el sistema de salud, donde el número elevado de consultas y la complejidad del manejo convierten a la dermatitis atópica en un desafío constante para los profesionales médicos y las instituciones sanitarias.

El costo económico de una enfermedad incomprendida

Aunque en Colombia no existen estudios específicos de salud pública enfocados en los costos de esta enfermedad, la literatura científica internacional ofrece datos reveladores. Los pacientes invierten mensualmente entre 100.000 y 500.000 pesos en emolientes y tratamientos coadyuvantes, una suma significativa que impacta directamente en el presupuesto familiar.

Sin embargo, los costos económicos van más allá de los gastos médicos directos. El ausentismo escolar representa un problema considerable: el 67% de los niños con dermatitis atópica falta al colegio más de un día al año debido a su condición, afectando no solo su rendimiento académico sino también generando gastos adicionales para las familias.

Cuando el trabajo se convierte en otro campo de batalla

La discriminación laboral emerge como una realidad dolorosa para muchos adultos que viven con dermatitis atópica. El 33% reporta sentirse discriminado en su lugar de trabajo, una situación que agrava el impacto psicológico de la enfermedad y genera un ambiente laboral hostil que puede intensificar los síntomas.

El ausentismo laboral representa otro golpe económico significativo. Los pacientes pierden en promedio 10,9 días laborales anuales debido a su condición, una cifra que se traduce en pérdidas salariales y oportunidades profesionales limitadas. Para las familias ibaguereñas, esto significa no solo menor ingreso económico, sino también mayor incertidumbre laboral.

Esta realidad laboral crea un círculo vicioso donde el estrés financiero y profesional puede empeorar los síntomas de la dermatitis atópica, generando más días de incapacidad y perpetuando el problema económico.

 

La necesidad urgente de un enfoque integral

La complejidad de la dermatitis atópica exige un abordaje que trascienda el tratamiento médico tradicional. "Se trata de una enfermedad que trasciende lo visible y que impacta de manera integral la salud física, mental, social y económica de los pacientes y sus familias. Por eso es fundamental visibilizarla y dimensionarla en toda su magnitud", concluye Lina Mora.

Para las familias de Ibagué y el Tolima, esto significa la necesidad de contar con equipos médicos multidisciplinarios que incluyan dermatólogos, psicólogos, trabajadores sociales y otros especialistas capaces de abordar la enfermedad desde todas sus dimensiones.

La educación comunitaria se convierte también en una herramienta fundamental. Cuando la sociedad comprende que la dermatitis atópica no es "solo una alergia" o un problema cosmético menor, se abre la posibilidad de generar empatía y apoyo genuino para quienes la padecen.

La dermatitis atópica nos recuerda que las enfermedades crónicas requieren una mirada integral que considere al ser humano en toda su complejidad. Reconocer su verdadero impacto es el primer paso para ofrecer el apoyo, tratamiento y comprensión que estas familias merecen y necesitan urgentemente.

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Fuente
Alerta Tolima