
El Parque Centenario se debate entre su gloria histórica y el abandono actual
El deterioro convierte el ejercicio en una carrera de obstáculos, todos los días cientos de personas recorren el Parque Centenario buscando un espacio para hacer ejercicio, pero el deterioro ha convertido esta actividad en una verdadera carrera de obstáculos. Lo que antes era un encuentro placentero con la naturaleza en el corazón de Ibagué, ahora se ha transformado en una experiencia que combina la nostalgia con la tristeza al observar el descuido de este hermoso espacio público.
La situación actual del parque refleja una problemática que va más allá de la simple falta de mantenimiento. Se trata de la pérdida gradual de lo que fue considerado el epicentro del folclor ibaguereño. La Concha Acústica, otrora escenario de importantes presentaciones culturales, se encuentra en un estado de abandono que no solo impide su uso para eventos, sino que representa un peligro para quienes aún se atreven a descender y utilizarla como espacio de ejercitación.
Las huellas del arte sucumben ante el abandono
Entre los elementos más dolorosos del deterioro se encuentran las escaleras que albergan una obra maestra del arte regional. Las bellas escaleras que exhiben una increíble obra de arte realizada en azulejos por el Maestro Pedro Cabrera, se encuentran cubiertas de suciedad y deterioro. Esta situación no solo representa una pérdida estética, sino que constituye un atentado contra el patrimonio artístico de la ciudad.
El contraste entre lo que fue y lo que es resulta particularmente desgarrador cuando se observan estos elementos artísticos que fueron concebidos para embellecer y dignificar el espacio público, pero que ahora languidecen bajo capas de abandono y descuido institucional.
Los peligros acechan en cada recorrido
Un enorme cráter y múltiples hoyos de menor tamaño se han convertido en una constante amenaza para quienes utilizan el parque para ejercitarse. Estos obstáculos no planeados han sido la causa de numerosas lesiones entre los deportistas que insisten en mantener viva la tradición de utilizar este espacio como lugar de entrenamiento y esparcimiento.
La infraestructura del parque presenta un panorama desolador: balaustres derribados, bancas destruidas, rejas vandalizadas y árboles caídos que nadie se encarga de remover. El puente de madera se encuentra en un estado de deterioro tan avanzado que representa un peligro mortal para quienes se atreven a cruzarlo. Esta situación evidencia no solo la falta de mantenimiento preventivo, sino también la ausencia de medidas de seguridad básicas.
Un foco de enfermedades en tiempos de crisis sanitaria
La problemática trasciende los aspectos estéticos y de seguridad para convertirse en un asunto de salud pública. Lo que anteriormente funcionaba como un espejo de agua que embellecía el paisaje, actualmente se ha transformado en un depósito de aguas estancadas que sirve como criadero de mosquitos. Esta situación resulta particularmente preocupante en épocas donde enfermedades como el dengue y la fiebre amarilla representan una amenaza latente para la comunidad.
El contraste entre la función original de estos elementos y su estado actual ilustra de manera dramática el nivel de abandono al que ha llegado este importante espacio público de la capital tolimense.
La gloria de un pasado que se resiste al olvido
Para comprender la magnitud de la pérdida actual, es necesario remontarse a los orígenes de este emblemático lugar. El Parque Centenario es reconocido por la comunidad como el pulmón de Ibagué, elevándose como una imponente masa verde en el corazón del centro urbano. Su concepción original lo destinaba a ser un espacio abierto al público, ideal para la práctica deportiva gracias a sus extensos senderos, su ambiente fresco y la vista privilegiada que ofrecían sus frondosos árboles.
La vocación cultural del parque se materializó con la construcción de la Concha Acústica Garzón y Collazos, una plazoleta inaugurada en 1983 que rinde homenaje al reconocido dueto musical conformado por Darío Garzón y Eduardo Collazos. Este espacio se convirtió en el escenario cultural más importante de toda la ciudad de Ibagué.
Raíces históricas que se hunden en el tiempo
La historia del Parque Centenario se extiende mucho más allá de su configuración moderna. Sus orígenes se remontan a la construcción del convento y la iglesia de San Diego durante el siglo XVII. Los terrenos que actualmente ocupa el parque pertenecían originalmente a la Orden de San Francisco, estableciendo desde entonces su carácter de espacio comunitario y de encuentro.
El diseño y la parquización del espacio fueron desarrollados por Pietro Cantini, quien presentó los planos en 1881. La inauguración del parque tuvo lugar en 1883, coincidiendo con la conmemoración del centenario del nacimiento de Simón Bolívar. Durante el siglo XX, el parque consolidó su posición como lugar de encuentro y esparcimiento para los habitantes de Ibagué, destacándose por su cuidada jardinería y sus especies ornamentales.
Elementos patrimoniales que resisten al tiempo
A pesar del deterioro general, algunos elementos históricos logran mantenerse como testigos silenciosos de épocas mejores. En la zona persisten elementos fragmentarios de gran valor patrimonial, incluyendo una fuente, la escultura de la Rebeca con su estanque y el Templete al Libertador. Este último experimentó una restauración en 2018, cuando se recuperó la imagen de la obra escultórica con una copia del original ubicado en Tunja.
La arquitectura del parque se caracteriza por su estética historicista, evidenciada en los balaustres y luminarias decoradas que, aunque deterioradas, mantienen la elegancia de su diseño original.
Leyendas que enriquecen el patrimonio inmaterial
El Parque Centenario alberga uno de los tesoros folklóricos más ricos de Ibagué: la leyenda de la cueva del fraile. Según la tradición oral, debajo del parque existe un túnel con salidas hacia tres lugares diferentes de la ciudad, construido por indígenas pijaos durante la época de la conquista como mecanismo de defensa contra los saqueos españoles.
La leyenda narra que un sacerdote español logró ganarse la confianza de los indígenas, quienes le revelaron que utilizaban el túnel para resguardar sus tesoros. La traición del religioso, quien compartió este secreto con los conquistadores, desencadenó un ataque que resultó en el saqueo de las riquezas y el asesinato de varios indígenas. Como venganza, los sobrevivientes decapitaron al sacerdote traidor, y desde entonces se dice que en noches frías y lluviosas, el espíritu del cura sin cabeza deambula por los alrededores del parque.
La denuncia oficial que confirmó lo evidente
La situación de abandono del Parque Centenario recibió reconocimiento oficial cuando el Personero Municipal de Ibagué, Eduardo Espinosa, realizó una inspección junto con su equipo de trabajo. El organismo de control evidenció la falta de mantenimiento de especies arbóreas, la precaria iluminación en varios sectores y el deplorable estado de las condiciones locativas del escenario cultural.
Las declaraciones del Personero fueron contundentes al lamentar profundamente el estado de abandono de lo que fue el escenario cultural más importante de toda la ciudad. "Acá no hay absolutamente nada, todo está deteriorado, el Parque y la Concha, paredes destruidas, caminos igualmente, los pisos, cubiertas totalmente destrozadas, vandalizados los diferentes escenarios que están dentro del parque".
Un llamado urgente a la recuperación
El Parque Centenario continúa siendo, a pesar de su deterioro, el espacio público más extenso y arbolado del centro de Ibagué. Su importancia trasciende lo meramente recreativo para convertirse en un símbolo de la memoria histórica y cultural de la ciudad. La recuperación de este emblemático lugar no solo representaría una mejora en la calidad de vida de los ibaguereños, sino también la preservación de un patrimonio que forma parte integral de la identidad municipal.
La situación actual del parque constituye un reflejo de las prioridades institucionales y representa una oportunidad para demostrar el compromiso real con la preservación del patrimonio público. El contraste entre la riqueza histórica del lugar y su estado actual de abandono plantea interrogantes sobre el futuro de los espacios públicos en Ibagué y la responsabilidad colectiva en su preservación.
La historia del Parque Centenario, desde sus orígenes en el siglo XVII hasta su configuración como epicentro cultural en el siglo XX, demuestra que este espacio ha sido testigo y protagonista de la evolución de Ibagué. Su recuperación no solo beneficiaría a las generaciones actuales, sino que garantizaría que las futuras puedan disfrutar y valorar este invaluable legado histórico y cultural que define la identidad de la capital del Tolima.
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