23 Abr 2018 08:20 AM

La Ventana Indiscreta: “Segunda Vuelta ¿para qué?” y El voto de un verdadero premio Nobel

Alerta
Tolima

Evocando a nuestro ilustre coterráneo, el maestro Echandía, y luego de leer detenidamente y estudiar las últimas 6 encuestas, posteriores a las elecciones del 11 de marzo, nos debemos preguntar, asombrados, ¿segunda vuelta para qué? Es evidente que todas las encuestadoras contratadas por diversos medios de opinión, muestran imbatible al joven estadista Iván Duque como el candidato triunfador en la primera vuelta, a más de 10 puntos de Gustavo Petro triplicando a Sergio Fajardo, y sacándole más de 30 puntos a Vargas LL.

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Frente al candidato Vargas Lleras hay que anotar dos cosas bien interesantes: el pronóstico de que Vargas subiría con el apoyo, fragmentado, de algunos miembros del partido de la U, y otro de los Conservadores, resultó ser una vana ilusión de sus seguidores e hizo cierta la afirmación del senador liberal Luis Fernando Velasco: “a Vargas entre más maquinaria politiquera se le suma a Vargas, más ciudadanos lo rechazan en los sondeos de opinión.” Pero hay algo más dramático, es que según la encuesta de Guarumo publicada el domingo en El Tiempo, Vargas Lleras tiene la más alta desfavorabilidad; más del 63.6% de rechazo en los votantes que han manifestado participarán en la elección del 27 de mayo.

El hundimiento de la candidatura del ex vicepresidente Vargas Lleras se explica por sus bandazos repetidos frente al proceso de Paz de la Habana. Siendo el vicepresidente de la República, se dedicó a repartir casas “gratis” como si fueran costeadas por su bolsillo y no por los impuestos de los contribuyentes, guardando inexcusable silencio frente a los desatinos del gobierno del que hacía parte.

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Luego, de forma oportunista, y ya retirado del gobierno y despojado del casco de obrero en fatiga, puso a algunos de los militantes de su partido, Cambio Radical, así lo niegue por ser el de más escándalos de corrupción, a poner palos en la rueda en los proyectos que implementaban el acuerdo de paz, hasta el punto de desatar la ira del Presidente Santos que echó a sus copartidarios de Cambio Radical de las posiciones relevantes del gobierno. Lo que lo llevó luego a tratar, habilidosamente de migrar a la centro derecha, pretendiendo quitarle votos al candidato Iván Duque, infructuosamente.

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La opinión no aceptó ese nuevo bandazo oportunista, como se vio en las encuestas. Al verse contra la pared, y sintiendo derrotado su intento, acudió a Aurelio Iragorry, quién como presidente del gobiernista partido de la U le hizo jurar fidelidad al proceso de Paz, y su lealtad a los designios y desarrollos del mal llamado postconflicto, como hoja de tura trazada por Santos. Esta nueva pirueta manzanilla y politiquera ilusionó a sus seguidores, convencidos que el apoyo del partido de los “ñoños, los musas, los Roy y Benedetti, le daría un nuevo aliento a su desfalleciente candidatura presidencial.

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Pero tampoco fue así. Luego de manera suplicante, él y sus amigos se dedicaron a la tarea de ofrecer el oro y el moro a los senadores más cuestionados del partido conservador, buscando convertirlo en resucitador de su proyecto fallido, maniobra tan bien fracasada, por cuanto los estatutos, que son Ley de obligatorio cumplimiento para el histórico partido conservador de Caro y Ospina, ordenan de manera perentoria que para adherir a un candidato presidencial se requiere la decisión mayoritaria de una convención de todos los conservadores o una consulta popular.

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Por la jugada antiestatutaria e ilegítima de los amigos de Vargas Lleras, el resultado no pudo ser más triste para la suerte de su candidatura. Ante la imposibilidad de imponer lo que se llamó en el pasado una “disciplina para perros” en el seno del conservatismo, terminó ese partido fraccionado entre los seguidores de Duque y los de Vargas en un espectáculo de división irreconciliable, en donde lo único positivo es que ellos mismos, todos a una, han pregonado que estarán unidos en segunda vuelta, como quien dice, que los que votaron por Vargas en la junta parlamentaria, son apurados pasajeros en tránsito hacia la candidatura de Duque en una eventual segunda vuelta.

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Poniendo en blanco y negro, ¿qué nos lleva a afirmar, con el inolvidable sabio Chaparraluno Echandía, que la segunda vuelta para qué? Creemos con el simplismo que se le oye ya a la ciudadanía en las calles, de que, si el candidato Duque, como reza todas las encuestas le gana lejos en una eventual segunda vuelta a Petro, el más seguro contendor, qué sentido tiene correr el riesgo, y el monumental costo económico de una segunda vuelta electoral, cuando ya hay una decisión en el espíritu colectivo y en el ánimo público de los ciudadanos.

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Por eso, dentro de la teoría del posibilismo político, es el voto útil por Iván Duque, el próximo 27 de mayo, el que se debe ejercer, para evitarle a país una segunda vuelta, y ahorrarle así, al Estado, un costo multimillonario que no se justifica, así unos digan peregrinamente que la democracia cuesta.

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El voto de un verdadero premio Nobel

A raíz de su visita a Bogotá, como protagonista de la tradicional Feria del Libro, el gran escritos y ensayista Mario Vargas Llosa, quién lanzó su obra “El llamado a la Tribu”, su itinerario de retorno ideológico a los pensadores del liberalismo en el siglo pasado, encabezados por Ortega y Gasset, en diversos reportajes de prensa, hizo público su sentimiento de admiración y simpatía por el candidato Iván Duque, como el único capaz de liderar al país en el inmediato futuro y contener la ola demagógica y populista que encabeza Petro. Al dedicarle su último libro a Duque, Vargas Llosa escribió “Para Iván Duque, futuro presidente de Colombia, deseándole el mejor de los éxitos, todo el afecto”. Sin duda unidos por la afinidad intelectual y amistad, un triunfador de la literatura y uno de la política.

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Coletilla.

No en vano, la leal amistad de tantos años de José Élver Hernández “Choco” con su mentor el fallecido ex senador Luis Humberto Gómez Gallo, le sirvió a Choco para que, con sagaz habilidad, similar a la que exhibió su jefe político, se subiera a tiempo, con valor y decisión al tren de la victoria del candidato Duque. Con esta actitud, el relecto representante a la Cámara por el conservatismo Tolimense, no sólo aporta los electores que consolidó el 11 de marzo, sino muchos conservadores de otras vertientes que no quieren sentirse obligados a votar por el candidato Vargas Lleras que ni los convence ni los conmueve.

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Los otros dirigentes regionales, estos del partido de la U, Carlos Edward Osorio y Harold Urrea, que, a pesar de no haber salido elegidos, cuentan con una organización y una fuerza electoral importante, que no se puede desconocer en el plano regional del Tolima, tomaron también, a tiempo y con coraje, dentro del partido de la U, las banderas de Iván Duque. En cambio el que sí se equivocó, fue Jaime Yepes, que finalmente parece que prefirió escurrir el último residuo de la mermelada Santista, a tener gobernabilidad con el futuro presidente Iván Duque.

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