20 Mar 2018 12:14 PM

La Ventana Indiscreta: El fenómeno "Duque" y los columnistas sesgados

Alerta
Tolima

Luego de una refrescante pausa postelectoral, en las acogedoras playas de Coveñas, regreso al oficio de comentar, con libertad crítica e insobornable independencia, el agitado acontecer de la política nacional y regional. Frente al esplendoroso mar Caribe tuve la ocasión de deleitarme con el fascinante libro Fuego y Furia, en las entrañas de la Casa Blanca, de Michael Wolff, “best seller” en Estados Unidos, ahora en su primera edición en español. Me atrapó esta obra de intriga política, construida con los materiales sólidos de la realidad, por alguien con excesiva y probada cercanía con el poder del magnate ascendido a presidente de la más poderosa nación del mundo, en un acto de colectiva locura de los gringos, llevados por la demagogia irresponsable.

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Luego de oír en una venta de jugo de zapote el alucinante diálogo de unos dirigentes populares sucreños, alegando a gritos que era una injustica lo de la senadora conservadora Merlano, del Atlántico, que lo que ella hizo, para comprar sus votos, lo hacían todos en esta región Caribe, sin que les pasara nada. Deben tener mucha razón en lo que afirman, conociendo tanto su región.

El 11 de marzo marcó un determinante punto de partida en la elección presidencial en Colombia. Las consultas se convirtieron, sin duda, en una primera vuelta de la ardorosa lucha por el poder. Ahora, se quejan con nostalgia y algo de frustración y de resentimiento, los que no participaron en ninguna de ellas, como Fajardo y Vargas, que creyeron que pueden ganar solos, sin apelar al pueblo, o los que la hicieron torpemente, lejos de las elecciones de congreso, como De La Calle y Cristo, con escuálida participación de la gente y con funestos resultados finales.

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¿Qué se hicieron los ocho millones de firmas que entregó con tanto ruido Vargas Lleras en la Registraduría? Sus listas escasamente sacaron dos millones de votos, con el empujón de los parapolíticos renegados de Opción Ciudadana, como los Aguilar y los García Romero, y tantos otros caciques politiqueros, celebres compradores de votos en la Costa Atlántica.

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La sesgada columnista María Isabel Rueda, este domingo resolvió esculcarle los votos a Petro y a Duque, pero guardó silencio en cuanto a los del estigmatizado Cambio Radical, refugio predilecto, en estos comicios, de todos los políticos cuestionados o investigados, o de los parientes de los que no pudieron volver al Congreso, por cuenta de decisiones de la Corte o del Consejo de estado. Así no se puede hacer periodismo serio torciendo la de verdad, o amañándola por cuenta de las pasiones y los odios personales. Recientemente lo decía el veterano Juan Gossain, los periodistas respetables no pueden estar al servicio de los partidos o de sus jefes de turno.

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La prensa libre y genuinamente independiente, tiene que estar con dignidad, lejos del poder y pegada a la objetividad, informando y comentando, con absoluta trasparencia. De ahí que quienes así no obran como la señora Rueda, se nieguen a admitir que en estas elecciones nació un fenómeno nuevo, sólido, carismático en la vida nacional, que se llama Iván Duque.

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Cuando se hicieron las encuestas para seleccionar el candidato del Centro Democrático liderado por Uribe, estos mismos escribidores, resolvieron anunciar que el joven estadista saldría derrotado por cualquiera de sus rivales, que, porque no era fanático, que, porque era moderado, que, porque no atacaba a nadie, que, porque solo exponía ideas, sueños, y proyectos, sin caer en los abismos del insulto y la fácil diatriba.

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Duque permaneció sereno y optimista, les ganó lejos a todos los competidores dentro de su partido, y luego consiguió el milagro de unirlos a todos, precisamente por no haberles causado heridas ni ofensas. Después estos mismos columnistas vaticinaron muy campantes que Duque no lograría hacer la alianza con Pastrana, Ordoñez y Martha Lucía, para que pudieron competir en la consulta. Y la alianza se logró.

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Él siguió impávido recorriendo el país en diálogo fluido con los sectores sociales, con los gremios, la juventud, los obreros, los campesinos, las masas populares. Llenó recintos y plazas, y luego, de consolidarse la alianza, estos mismos periodistas fletados, empezaron a decir que Marta Lucía lo iba a derrotar, que se iba a repetir la historia de Uribito y Nohemí, pronosticaron que todo el país se iba a movilizar a votar por Martha Lucía, que los conservadores, que los enemigos de los Uribe iban a ganarle a Duque en la consulta.

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Éste siguió trabajando, recorriendo a Colombia, y le ganó a sus adversarios y a las aves de mal agüero de la política y del periodismo. Con más de 4 millones de votos, superó a su propio partido, y ahora los mismos con las mismas le buscan a esto una explicación, o mejor una forma de empañarlo, cuando la respuesta es elemental y sencilla: Duque sacó más votos que sus contendores y que  el uribismo para congreso, porque es un candidato carismático, ganador, que seduce a los votantes jóvenes y escépticos, porque no tiene un pasado burocrático cuestionable como los demás, porque significa un aire fresco de genuina renovación, de cambio y de esperanza.

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No le busquen más explicaciones porque Duque, ahora rodeado de quiénes le compitieron en la consulta, y apoyado cada día en nuevas fuerzas independientes; conservadores, liberales y gentes de la U, que más allá de las traviesas componendas de sus jefes, ven en Duque al candidato que nos va a salvar del desastre del populismo demoledor, de la corrupción, de las alianzas manzanillas y politiqueras con olor a pasado y a naftalina.

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Como las elecciones nos dieron la razón de cuanto dijimos antes del 11 de marzo sobre este tema, el 27 de mayo, alumbrará un nuevo país, con el liderazgo inteligente, reflexivo, renovador, sincero, abierto y transparente de Iván Duque.

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*COLETILLA*. El Tolima votó contra las viejas camarillas.

La realidad siempre va más allá que la quimera. El fallo de las urnas dejó una lección rotunda e inapelable en nuestra tierra tolimense.

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En primer lugar, se consolidó el liderazgo del gobernador Oscar Barreto como jefe indiscutible del partido conservador, al obtener la curul de Senado para Miguel Barreto, una figura de relevó en la dirigencia tolimense que seguirá superándose, y dos curules de la Cámara. Una para la joven y promisoria profesional Adriana Magaly Matiz, de origen liberal, quien logró, con una intensa y bien diseñada campaña, la mayor votación, y que estamos seguros, hará un papel decoroso en el congreso, siguiendo la huella de mujeres ilustres como Carmenza Rocha, que enaltecieron al terruño en esa Cámara. La otra curul fue para el famosos Choco, único sobreviviente del Gomez-gallismo, ahora integrado a las triunfantes huestes del gobernador.

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En el Centro democrático el indiscutible ganador fue, como lo habíamos dicho en esta columna, Ricardo Ferro, probado en elecciones anteriores, tuvo más opinión que maquinaria, y consiguió ganarle a quienes dudaban de su fuerza. Se trata de un hombre, talentoso, bien formado intelectualmente, un político moderno, un crítico valiente y constante de los costosos disparates de la administración Jaramillo, y un comunicador certero que supo llegarle a sectores diversos de la sociedad con su mensaje sobre los temas más importantes de interés colectivo.  Ferro tiene mucho futuro por delante. Habrá de brillar en el parlamento, representando con decoro y acierto a las gentes del Tolima.

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En la U, se malogró la aspiración de Carlos Edward Osorio al senado. Si hubiera oído la voz de quienes le aconsejaron quedarse en la Cámara otra sería hoy la historia de su movimiento. Pero Osorio es un profesional dedicado y juicioso, con juventud para recuperarse y seguir adelante. Lástima también que la juventud de Harold Urrea no hubiera conseguido los votos que su abnegado trabajo le auguraba. Jaime Yepes demostró que, con cercanía a sus electores, laborioso y constante logró mantener su curul y seguir en su tercer periodo como congresista.

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Los clanes familiares de los García, los Jaramillo, los Martínez Rosales, fueron rechazados de manera rotunda por los tolimenses. Sus candidatos perdieron todos. Y, Rubencho, al querer sobrevivir en cuerpo ajeno, luego de las tres derrotas anteriores, arrastró a su hecatombe a los exalcaldes Cucho Botero, y Alvarito Ramírez. Ambos vieron desaparecer a sus candidatos a cámara y senado. Qué triste y lánguido final el de estos personajes de la política local. Pero la vida da sus lecciones, Lo triste es así, dijo alguien, con acierto.

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