Mural en el Palacio de Justicia de Neiva conmemora 40 años de la toma en Bogotá
Cuatro décadas después de uno de los episodios más dolorosos en la historia de Colombia, el Palacio de Justicia vuelve a convertirse en escenario de reflexión y memoria desde Neiva. En una de las paredes internas del edificio en la capital huilense, fue inaugurado un mural conmemorativo por los 40 años del Holocausto ocurrido en Bogotá, una intervención artística que invita a mirar hacia el pasado sin miedo, reconociendo las heridas que dejó la violencia, pero también reafirmando la necesidad de justicia, verdad y reconciliación.
La obra, creada por Javier Oswaldo Díaz, abogado y artista plástico oriundo de Timaná, Huila, fue concebida como un símbolo de encuentro entre el arte, la historia y la pedagogía. Durante más de tres meses, Díaz dedicó sus días a diseñar, bocetar y ejecutar una pieza que no solo evoca la tragedia de 1985 —cuando el edificio en Bogotá fue tomado y reducido a cenizas—, sino que también conecta ese episodio con los desafíos actuales del país frente a la memoria y la construcción de paz.
El mural, que se extiende a lo largo de uno de los muros internos del Palacio, está lleno de elementos simbólicos que representan el tránsito entre el antiguo edificio y el nuevo. En él se mezclan los tonos grises del dolor con los dorados de la esperanza; las siluetas difusas de las víctimas con la claridad de los rostros que hoy buscan justicia.
“Es un espacio de remembranza, al lado izquierdo se encuentra el momento de los hechos, mientras que en el lado derecho ya se encuentra el palacio actual, estamos viviendo en tiempos contemporáneos, donde la significación de lo que queremos tener es un mundo donde trabajamos por la paz y justicia”, indicó el artista.
El artista, quien también ha trabajado en proyectos de arte público relacionados con derechos humanos, describió la pieza como una experiencia museográfica abierta al público, pensada para que cualquier persona pueda detenerse, observar y sentir la magnitud de lo ocurrido, incluso si desconoce los detalles históricos del Holocausto.
“Lo que queríamos hacer es que las personas disfrutaran como si estuvieran en un museo, no solamente una placa conmemorativa y la obra, sino que pudieran tener acceso a un estudio museográfico, que mis estudios me lo permiten hacer, y la idea era hacer eso, compartir con las personas iconología y simbología de todo lo que se plasmó”, agregó.
Para muchos de los asistentes a la inauguración, el mural es más que una obra de arte, es una intervención de memoria viva, una oportunidad para repensar lo que significa la justicia en una nación que todavía carga con heridas abiertas.
Funcionarios y visitantes coincidieron en que la pieza logra transmitir un mensaje profundo sobre la importancia de recordar no como un ejercicio de dolor, sino como una forma de evitar la repetición.
Con esta intervención artística, el Palacio de Justicia deja de ser únicamente un símbolo de tragedia para convertirse en un espacio de encuentro entre la memoria y la esperanza, donde el arte, la justicia y la paz dialogan para recordarle al país que solo a través del reconocimiento y la verdad se puede alcanzar la reconciliación.