
Por primera vez en la historia del departamento, se confirmó la presencia de una población de danta de montaña en el norte del Huila, específicamente en el Distrito Regional de Manejo Integrado Cerro Banderas Ojo Blanco, un territorio que abarca los municipios de Íquira y Teruel.
El hallazgo fue posible gracias al monitoreo comunitario y al uso de cámaras trampa, instaladas como parte de un proceso colaborativo que involucra tanto a la comunidad local como a organizaciones ambientales.
El grupo comunitario Briodiverso, con el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), Áreas Protegidas Santa María Huila y la Red Acrenash, lideró este esfuerzo de vigilancia y registro de la fauna silvestre, en el que las cámaras captaron a un macho y una hembra de danta de montaña en buen estado de conservación, consolidando así el octavo subnúcleo poblacional documentado en el Huila.
De esta manera, el avance se suma a los esfuerzos regionales por conservar la biodiversidad del Macizo Colombiano, un ecosistema estratégico para la producción de agua y la regulación climática.
La bióloga Katherine Arenas destacó que “este registro no solo representa un hecho histórico para la conservación de la especie, sino que también demuestra la importancia del trabajo conjunto entre comunidades y entidades ambientales. Sin la participación activa de los pobladores locales, muchos de estos resultados no serían posibles”.
La danta de montaña (Tapirus pinchaque), también conocida como tapir andino, es uno de los mamíferos más amenazados del continente, siendo catalogada como En Peligro según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y en el Libro Rojo de Mamíferos de Colombia.
Se estima que en todo el rango de distribución de la especie sobreviven menos de 2.500 individuos maduros, lo que convierte cada hallazgo en un avance significativo en los esfuerzos de conservación.
“Entre las principales amenazas que enfrenta la danta de montaña se encuentran la pérdida y fragmentación de hábitat por la expansión agropecuaria y la cacería. A pesar de estas presiones, los registros en el Huila indican que los ecosistemas boscosos de montaña del departamento siguen ofreciendo refugio para su supervivencia”, agregó la bióloga.
El Distrito Regional de Manejo Integrado Cerro Banderas Ojo Blanco, donde se hizo el hallazgo, se ha consolidado como un área prioritaria para la conservación. Su riqueza hídrica y de biodiversidad lo convierten en un corredor estratégico que conecta ecosistemas altoandinos y páramos del Macizo Colombiano.
“A través del monitoreo participativo y la apropiación del territorio, los pobladores se convierten en guardianes de la biodiversidad, generando información valiosa que complementa la labor científica; este tipo de iniciativas permiten no solo registrar especies, sino también promover la educación”, puntualizó la bióloga.
Para los expertos, la presencia de una pareja reproductiva es un indicio alentador, pues abre la posibilidad de que la población se fortalezca y aumente en número. De ahí la importancia de mantener los esfuerzos de monitoreo, proteger el hábitat y fomentar alternativas productivas sostenibles.
El reto ahora será garantizar la permanencia de estas poblaciones y convertir este hallazgo en un motor de más acciones colectivas por la vida silvestre y los ecosistemas estratégicos del departamento.