Familias aisladas en el cerro Pitayó reciben apoyo aéreo tras la emergencia

A pesar de la gravedad de la situación, los equipos en terreno reportaron que las familias afectadas se encuentran en buen estado de salud, aunque preocupadas por el avance del deslizamiento y el prolongado aislamiento. La zona continúa siendo de difícil acceso: las laderas presentan inestabilidad activa, y el terreno blando amenaza con nuevos desprendimientos, razón por la cual el ingreso terrestre sigue restringido. Esta condición obligó a priorizar la ruta aérea como único mecanismo seguro para entregar ayudas.

Mientras los helicópteros realizaban las maniobras de distribución, otro grupo de apoyo avanzó por una vía alterna para llegar hasta un segundo punto de afectación. Allí, según los censos adelantados previamente por las autoridades locales, también se entregaron apoyos humanitarios focalizados, priorizando a los hogares con personas mayores, niños y familias con necesidades especiales. Esta labor terrestre fue lenta y exigente debido al deterioro de la vía y al riesgo de nuevos deslizamientos.

Uno de los aspectos más llamativos de la emergencia fue la manera en que los habitantes reconocían la llegada de la ayuda: el ruido del helicóptero, que retumbaba entre las montañas, se convirtió en la señal inequívoca de que la asistencia estaba cerca. Para muchas familias, ese sonido fue el primer indicio de que la situación comenzaba a cambiar después de horas de incertidumbre. Este detalle, aunque cotidiano en otras zonas del país, se volvió un símbolo de esperanza para quienes seguían esperando comunicación con el exterior.

De acuerdo con los reportes recogidos en terreno, el movimiento en masa continúa activo y requiere seguimiento constante. Técnicos especializados mantienen un monitoreo del cerro Pitayó para evaluar la evolución de la inestabilidad. Los primeros análisis indican que el terreno aún no es seguro, por lo que las operaciones aéreas continuarán en los próximos días mientras se restablece la movilidad por tierra. Esta emergencia ha puesto nuevamente en evidencia la vulnerabilidad de las zonas de alta pendiente en el norte del Tolima, donde la saturación del suelo y las lluvias incrementan el riesgo de deslizamientos.

En el ámbito comunitario, las familias afectadas han manifestado la necesidad de mantener presencia permanente de los equipos de gestión del riesgo, no solo para la atención inmediata, sino también para la evaluación de daños en viviendas y cultivos. Algunos habitantes aseguraron que el deslizamiento arrastró parte de los senderos que utilizaban diariamente para desplazarse, lo que complica aún más su rutina y su capacidad de abastecerse por sí mismos.

Por ahora, el balance es claro: la emergencia sigue activa y la respuesta humanitaria deberá mantenerse mientras se estabiliza la montaña. Lo cierto es que, en medio del aislamiento total, la llegada de ayudas por vía aérea se convirtió en un alivio fundamental para las familias del cerro Pitayó, que esperan que la situación evolucione favorablemente en los próximos días.

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