Intervención cementerio Pitalito
Intervención en el cementerio Pitalito.
JEP
26 Sep 2025 10:21 AM

Tras 19 años entregan cuerpo de José Gregorio Cárcamo en Huila

Paula Andrea
García Cerón
Había sido reportado por el ejército como un supuesto extorsionista dado de baja en combate.

Después de casi dos décadas de dolor e incertidumbre, la familia de José Gregorio Cárcamo Vargas logró finalmente darle sepultura digna a su ser querido, víctima de un crimen de Estado ocurrido en 2006 en San Agustín, Huila.

Su caso, marcado por el asesinato y la desaparición forzada, fue esclarecido gracias a los aportes de verdad entregados por comparecientes de la fuerza pública ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en el marco del Caso 03, que investiga las ejecuciones extrajudiciales conocidas como ‘falsos positivos’.

El 12 de septiembre de este año, en Neiva, se llevó a cabo el acto solemne de entrega digna del cuerpo de Cárcamo, en un encuentro cargado de memoria, verdad y reparación. Allí, sus familiares pudieron al fin cerrar un ciclo de 19 años de angustia.

“La familia acompañó distintas acciones, por ejemplo, pudo participar el proceso de verificación post-mortem, este es un espacio en donde profesionales como médicos forenses o odontólogos forenses realizaban un proceso para verificar que el cuerpo del señor José Gregorio era el que efectivamente había llegado hace varios años al cementerio de San Antonio de Padua de Pitalito”, indicó Diego Sevilla, coordinador de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.

La desaparición de Cárcamo estuvo rodeada de hechos que, en su momento, generaron sospechas en su familia. Pocos días antes de su asesinato, hombres desconocidos llegaron a su vivienda preguntando insistentemente por él, lo que inquietó a su esposa.

El 6 de septiembre de 2006 salió de su casa y nunca volvió. Días después, se conoció que había sido reportado por tropas del Batallón Magdalena como un supuesto extorsionista dado de baja en combate, versión que el tiempo y la verdad terminaron desmintiendo.

“La familia pudo identificaron prendas, accesorios y posteriormente logramos coordinar con la familia sus necesidades y expectativas para la posterior entrega. Es muy importante resaltar que la unidad de búsqueda, además de escuchar a las familias, a las personas buscadoras, hace un trabajo muy fuerte con las organizaciones sociales”, puntualizó Sevilla.

El caso de José Gregorio no es aislado, ya que entre 2005 y 2008, el Batallón Magdalena fue señalado por la JEP de haber cometido 200 asesinatos y 32 desapariciones forzadas, presentando a campesinos inocentes como supuestos integrantes de grupos armados ilegales. Estos hechos, que constituyen crímenes de guerra y de lesa humanidad, han dejado huellas imborrables en comunidades rurales del Huila.

“Era mi todo, era una persona maravillosa, un papá ejemplar, un hombre que no se metía con nadie, un hombre dedicado a su familia, a su hogar, a su mujer,  a sus hijos, un hombre al cual me gustaría volver el tiempo y que pudiera yo decir a la edad que yo tengo que estuviera orgulloso de mí, pero yo sé que él lo está, y de todos nosotros”, indicó Lorena Conde, hija de José Gregorio.

El acto de entrega digna se convirtió también en un espacio de memoria colectiva. Allí, representantes de organizaciones sociales, entidades estatales y otros familiares de víctimas acompañaron a la familia Cárcamo, reafirmando la necesidad de que el país no olvide y de que los responsables continúen aportando verdad plena. La JEP ha insistido en que sin estos reconocimientos no será posible alcanzar una paz estable y duradera.

Aunque nada devolverá el tiempo perdido ni borrará la injusticia cometida, la entrega digna representa un paso hacia la reparación y la no repetición. El caso de Cárcamo simboliza la lucha de miles de familias que, en medio del dolor, se aferran a la búsqueda de verdad y justicia como única forma de resistir al olvido.

“Desapareció de una manera muy inexplicable, salió de la casa en busca de leche para su bebé y no volvió a aparecer, no pudimos encontrarlo porque cuando supimos que ya lo habían encontrado ya estaba enterrado, o sea no pudimos ni verlo, sino sólo por una foto mi mamá lo pudo identificar”, finalizó Lorena.

Fuente
Sistema Integrado de Información