Neiva encendió oficialmente su alumbrado dando la bienvenida a la Navidad con una noche cargada de emoción, luces y alegría. La capital del Huila encendió la magia de la temporada más esperada del año con la apertura del alumbrado navideño, un evento que transformó la Avenida La Toma en un escenario de encuentro familiar, unión y esperanza, reafirmando el espíritu festivo que caracteriza a la ciudad en diciembre.
Desde tempranas horas, familias enteras comenzaron a reunirse en los alrededores para no perderse ningún detalle del espectáculo. Niños tomados de la mano de sus padres, jóvenes con celulares listos para capturar el momento y adultos mayores con miradas llenas de nostalgia y emoción, fueron testigos de una noche que combinó tradición, modernidad y sentimiento colectivo.
Cuando las luces se encendieron, un aplauso espontáneo recorrió el lugar, marcando el inicio de una celebración que va más allá de lo visual.
Por su parte, el cielo de Neiva se llenó de colores con un imponente show de pirotecnia que iluminó la noche y despertó sonrisas en grandes y chicos. Cada destello fue acompañado de exclamaciones de asombro y alegría, creando una atmósfera festiva que contagió a todos los asistentes.
Más allá de su belleza estética, el alumbrado navideño representa un mensaje profundo para la ciudad. El resplandor de las luces simboliza la paz, la convivencia y la fraternidad, valores que cobran especial relevancia en un año marcado por desafíos sociales y económicos.
La apertura del alumbrado marcó también el inicio de una programación pensada para el encuentro ciudadano y el disfrute en familia. Neiva se viste de luz y color en distintos puntos emblemáticos que hoy se consolidan como escenarios de celebración y convivencia.
El Parque Leesburg, el Centro de Convenciones, el Parque Santander, el Parque de los Niños, la Catedral y el monumento a La Gaitana se convierten en paradas obligadas para propios y visitantes que desean vivir de cerca el ambiente navideño y recorrer una ciudad transformada por la iluminación y el espíritu festivo.
Estos espacios no solo embellecen el paisaje urbano, sino que fortalecen la identidad cultural y el sentido de pertenencia de los neivanos. Cada rincón iluminado invita a detenerse, tomarse una fotografía, compartir un momento en familia y recordar que la Navidad es, ante todo, un tiempo para el encuentro humano y la reconciliación.