10 Abr 2019 07:13 AM

La investigación debe aceptarse para potenciar la transformación

Alerta
Tolima

Por:  Indira Orfa Tatiana Rojas – tatianarojasoviedo34@gmail.com

Cuando se habla de investigación científica, es posible decir que es un camino complejo que conlleva a conocer nuevos significados, nuevas realidades, que configuran teorías, que posibilitan la transformación del contexto.

Cotidianamente saltan a la vista situaciones que invitan a su comprensión desde el conocimiento profundo, de lo cual hacen parte sujetos investigadores e investigados que en su interlocución legitiman resultados a través de la aplicación de instrumentos que recolectan y triangulan o relacionan la información que necesariamente genera nuevos conocimientos sobre las organizaciones sociales.

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La escuela, un centro de múltiples posibilidades no podrá ser ajena al interés por investigar sus infinitos problemas y nada más pertinente que comprender cuanto ocurre hoy en términos del Burnout, acoso, bullying u otras problemáticas que requieren intervención para la transformación y el encuentro de climas y escenarios más motivantes, seguros y nutritivos.

Indudablemente debe existir un proceso de entendimiento y comprensión de las múltiples realidades educativas, como lo señala Jorge Oswaldo Sánchez Buitrago, en: ¿Qué es la investigación científica y pedagógica?

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Las percepciones de los individuos, pueden variar, pero el conjunto de la información recolectada, permite descubrir que cada quien tiene una parte del conocimiento que conllevará a entender que existen necesidades de intervención, de innovación, de movilización, de acabar con el statuo quo que tanto afecta las organizaciones escolares.

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No es difícil identificar situaciones críticas en contextos vulnerables donde cada estudiante tiene una historia de vida diferente, capaz de afectar el mundo de muchos de sus docentes. La organización escolar en su gran complejidad es una muestra de cuanto ocurre en la sociedad en general, por lo tanto debe procurarse la investigación para el avance, para la superación, para la búsqueda de la tranquilidad, del trabajo en equipo, de las competencias humanas, de las relaciones interpersonales óptimas, que además sirvan de buenas prácticas y ejemplo para las generaciones de niños y adolescentes que observan y apropian comportamientos y positivas o negativas maneras.

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Una escuela del siglo XXI, debe estar dispuesta a la reflexión, a tener mentes abiertas, a permitir la interpelación y la reflexión para la mejora continua, a ser acérrimos contra las ideas pero no contra las personas, a diferenciar hallazgos, descubrimiento de hechos desconocidos, nuevos conocimientos de su propio contexto y en la aceptación de los mismos.

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El nuevo milenio supone grandes retos también para la escuela, uno de ellos, la capacidad de solucionar las diferencias científicas, académicas, económicas, políticas, sociales, culturales, reduciendo la brecha entre cuanto se dice y cuanto ocurre, en la búsqueda incansable de una educación pertinente y de calidad que se va a reflejar en los resultados de la institución y de la sociedad.

Este artículo obedece a la opinión del columnista / Reproducción autorizada por el autor