Ricardo Cadavid Col
Ricardo Cadavid Col
Alerta Tolima
4 Nov 2022 12:01 PM

Pido la palabra: Los huecos de la memoria

Columnista
Invitado
Ricardo Cadavid nos habla sobre el regreso de Lula a la Presidencia del Brasil y su impacto.

Ganó Lula da Silva las elecciones en el Brasil y muchos sectores políticos están conmovidos, y no es para menos, porque el mapa político de nuestro continente empieza a tirar duro para la izquierda. Esperamos que se generen dinámicas y cambios sociales importantes, por el bien de la democracia. Sin duda alguna, el presidente Petro es, entre los actuales líderes de izquierda, el que parece menos sonsito; aunque la institución presidencial no se ha caracterizado precisamente por ser cuna de grandes intelectuales. 

Las diferencias electorales fueron mínimas tanto en Brasil como en Colombia. Están quedando atrás los tiempos en que un partido ganador tomaba enormes ventajas sobre el perdedor y prometía “muendas electorales”; hay que revisar la razón. Es posible que la gente ya no perciba mayores diferencias entre las orillas políticas, sean rojas o azules, demócratas o republicanas, de derecha o de izquierda. Los ciudadanos empiezan a sospechar que las tales diferencias ideológicas no pasan de ser una lista de anuncios pomposos para las tribunas, de los que se recula constantemente, como ha pasado en Colombia con las mega pensiones, las bebidas azucaradas, los hidrocarburos, la reforma agraria, la lucha contra la corrupción, entre otros. 

La responsabilidad histórica que tiene Petro con el país y con la izquierda es enorme. Debe mostrar diferencias claras. Los ciudadanos esperan en el tema de la corrupción resultados concretos. La periodista colombiana Patricia Janiot le recordó en un Twitter  a Lula Da Silva los escándalos por las coimas de la multinacional Odebrecht, en los que se vio involucrado junto a los gobiernos de más de doce países de la región, y en los que no ha caído un solo presidente a la fecha, con excepción de Alan García que se suicidó por lo que el llamó “persecución política”. Para que caigan los Umalla, los Kuczynski, los Toledo, los Santos, los Uribe, los Duque, los Maduro, los Castro, los Ortega, los Martinelli, parece que se requiere de mucha persecución política. 

Los furibundos petristas vociferan que ahora si deben temblar los corruptos, porque salieron a la luz pública los inventarios de la Sociedad de Activos Especiales en unas hojitas de Excel y, al parecer, con irregularidades. No mis queridos sietemesinos gobiernistas, eso no es un gran logro; eso sigue siendo otro anuncio. En todos los gobiernos se han destapado ollas podridas, pero no pasa nada con ellas y ese es el verdadero problema. ¿Qué pasó con Odebreth? El Departamento de Justicia de Estados Unidos todavía anda ofreciendo hasta 5 millones de dólares de recompensa para quienes den información que permita descifrar ese entramado de corrupción en nuestro continente, que dicho sea de paso, solo ha dado un par de  personas condenadas a penitas chimbas,  igual que pasó con Reficar  y con tantos otros escándalos de corrupción, en los que se pierde, según la Contraloría, cerca del 17% del presupuesto de la nación: más de 50 billones de pesos; lo de dos reformas tributarias, lo de construir cincuenta acueductos y reparar diez veces la malla vial de todas nuestras ciudades capitales. 

Los gobiernos llevan cacareando que tendrán hombres probos en los cargos de poder  y control. Hasta el momento los hombres probos son “super hombres” pro bolsillo, admirables por cierto, porque hay que tener super poderes para que solo dos o tres condenados a Casa por Cárcel, se embolsillen el 17% del presupuesto de un país. No sé si entendemos la complejidad del tema. Les daré un ejemplo: hace 19 años, 147 militares se encontraron 40 mil millones de pesos  en lo que se llamó la “Guaca de las Farc”. 147 personas tratando de esconder 40 mil millones de pesos y no pudieron; pero en Colombia nos quieren convencer de que un par de presos esconden, en promedio, 50 billones de pesos, es decir, casi 1.500 guacas como las de las FARC, sin dejar rastro en el sistema financiero, seguramente enterrados bajo tierra. A esos héroes de la patria, el Congreso debe condecorarlos por sus logros, por cargar el peso de la corrupción de todo un país sobre sus hombros, o deberían aprovechar su eficiencia guaquera y condenarlos a trabajos forzados; de seguro si les entregan un par de palitas y unos baldes de playa, no se tardan 20 años en construir el túnel de la Línea. 

Fuente
Alerta Tolima