23 Oct 2017 04:09 PM

Una historia de horror que superó la ficción

Alerta
Tolima

No es fácil digerir la noticia que se produjo esta semana en Ibagué y que le dio la vuelta al mundo: que la Fiscalía detuvo a 10 personas por los múltiples abusos y maltratos a los que habrían sometido a niños “en una fundación prestadora de supuestos servicios de atención a menores con discapacidad mental psicosocial”.

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De acuerdo con el fiscal Mario Gómez, “los niños fueron durante mucho tiempo amarrados a sus camas, se les suministró droga para facilitar un control supuestamente terapéutico sobre ellos y evitar actos de indisciplina. Fueron sometidos a doctrinas militares ante cualquier circunstancia, como no comer o como comerse las uñas (…) Los obligaban a hacer sus necesidades fisiológicas bajo los amarres, vivían o convivían con ellos bajo tortura” y les lanzaban sopa caliente a sus rostros.

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Para este caso solo se puede utilizar una palabra: bellacos. Bellacos y miserables porque en cabeza de quién puede caber la posibilidad de que se le haga daño a un niño, máxime cuando es discapacitado. Bellacos porque les hicieron más ruines las vidas a esos pobres niños. A esos menores ya nadie les curará los traumas que les fueron ocasionados.

Paradójico resulta el hecho de que esta noticia de horror se hubiera revelado en un octubre.

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Siempre hemos visto a este mes como el de los niños. Siempre se nos enseñó que había que disfrazar las casas con duendes y brujas para –en apariencia– asustar a los chiquillos, para que primero pongan cara de perplejidad y luego rían cuando les contamos las “leyendas de horror” de esas “brujas”, que, a decir verdad, son sus amigas.

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Afortunadamente no habrá más monstruos reales para esos niños. En enhorabuena intervinieron policías y fiscales para acabar con una historia de horror que superó la ficción. Con lo sucedido, seguramente a esos pequeños les envolataron lo más valioso y bello que les le dio la vida al nacer: la ingenuidad.

En este espacio siempre hemos sido y seremos defensores de los niños. En ellos está representado el ahora y el mañana.

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Pero, ojo, lo que sucedió esta semana en la ciudad con los niños maltratados nos invita obligatoriamente a reflexionar sobre si siempre estamos haciendo lo correcto con nuestros pequeños. Da pena decirlo, pero la respuesta es sí pero no del todo.

Me explicó con una pregunta: ¿se ha hecho lo suficiente por las decenas de menores que a diario deambulan por Ibagué, es decir, por los llamados niños de la calle? Desde luego que no. Ha existido indolencia frente a ellos. Muchas veces ni son determinados. Y la ciudadanía debe ser más exigente con las autoridades para que se comprometan realmente con los niños y jóvenes que permanecen en las calles.

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Y es que un niño, cuyos días y noches transcurren en las calles de la ciudad, sin lugar a dudas, vive en una singular ‘casa del horror’, y por lo mismo, su existencia jamás será equiparable a la de aquellos que se encuentran bajo techo, acceden a una alimentación adecuada y van al colegio.

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