El 11% del Tolima no sabe leer ni escribir
El 11% del Tolima no sabe leer ni escribir
Suministrada
21 Ago 2025 03:16 PM

El 11% del Tolima sigue sin saber leer ni escribir: analfabetismo en la lupa del gobierno

Laura Daniela
Reyes Martínez
El departamento busca reducir el analfabetismo que aún afecta especialmente en zonas rurales.

En el Tolima aún hay 27.705 personas que no saben leer ni escribir. No son solo números: son abuelas que nunca pisaron un aula, campesinos que dedicaron toda su vida a la tierra, adultos mayores que guardan intacto el sueño de escribir su nombre por primera vez y jóvenes que, por falta de oportunidades, quedaron rezagados del sistema educativo.

Aunque el analfabetismo en Colombia ha bajado en las últimas décadas, en el Tolima todavía representa el 11,4% de su población, una cifra que golpea con más fuerza a las zonas rurales, donde la educación sigue siendo un reto marcado por la distancia, la pobreza y la desigualdad.

Frente a este panorama, se abrió una ventana de esperanza: 900 cupos gratuitos para que personas mayores de 15 años aprendan a leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas. El programa, denominado Ciclo Lectivo Especial Integrado (Clei 1), es impulsado por la Secretaría de Educación del Tolima, el Ministerio de Educación y la Universidad Antonio Nariño como operador.

 

Aprender desde cero: una segunda oportunidad

La iniciativa busca llegar a jóvenes, adultos, mujeres lideresas, cuidadores y, sobre todo, a personas mayores que nunca tuvieron acceso a la escuela. “Son 900 cupos los que tenemos en los diferentes municipios del departamento. Queremos que inicien este proceso y no se queden por fuera. Los queremos formar en escritura, lectura y sumas; conocimientos básicos que transforman vidas”, aseguró Felipe Urueña, director de Cobertura Educativa en el Tolima.

Las inscripciones están abiertas hasta el 30 de agosto en instituciones educativas y alcaldías municipales (excepto en Ibagué, donde no se ofrecerán cupos). Las clases iniciarán en septiembre y, aunque pueda sonar simple, significan un salto enorme para quienes han vivido en silencio la barrera del analfabetismo.

Porque no saber leer ni escribir no solo limita el acceso a un empleo digno, también impide realizar trámites básicos, leer una receta médica, enviar un mensaje o entender una factura de servicios. En otras palabras, es una cadena que refuerza la exclusión social.

El rostro humano del analfabetismo

Detrás de cada persona que llega a este programa hay una historia distinta. Están las mujeres que, siendo niñas, dejaron los cuadernos para encargarse del hogar; los campesinos que madrugaban al cultivo antes que al colegio; los adultos mayores que crecieron en veredas sin escuela cercana; o los jóvenes que debieron abandonar el estudio para trabajar.

En departamentos como el Tolima, donde la ruralidad marca la vida cotidiana de miles de familias, la alfabetización se convierte en una herramienta de dignidad. Poder leer un contrato, defender sus derechos o simplemente escribir una carta es un logro que cambia la forma de relacionarse con el mundo.

 

Un problema que persiste en Colombia

Según datos del DANE, en Colombia aún hay más de 1,6 millones de personas analfabetas, concentradas principalmente en zonas rurales y en comunidades étnicas. Aunque los índices han mejorado con el paso de los años, los desafíos siguen vigentes.

El Tolima, pese a sus avances, todavía está por encima de departamentos como Antioquia o Cundinamarca en esta materia. Municipios como Planadas, Rioblanco, Ataco y Chaparral concentran gran parte de la población que nunca aprendió a leer ni escribir, en buena medida por los impactos del conflicto armado y el abandono estatal.

Más que letras, un camino de esperanza

Para los expertos en educación, programas como este no solo buscan enseñar a leer y escribir, sino romper un círculo de pobreza que se transmite de generación en generación. Una madre alfabetizada puede apoyar a sus hijos en la escuela, un campesino que sabe leer tiene más herramientas para negociar sus productos y un adulto mayor alfabetizado puede acceder con mayor facilidad a programas sociales.

Además, el componente simbólico es poderoso: poder firmar el propio nombre deja de ser un sueño postergado y se convierte en un acto de independencia.

En septiembre, cuando inicien las clases, cientos de estudiantes —la mayoría mayores de 30 años— se sentarán frente a un cuaderno por primera vez o después de décadas. Lo harán con la ilusión intacta de aprender, convencidos de que nunca es tarde.

Y aunque 900 cupos parecen muchos, frente a las 27.705 personas analfabetas del Tolima son apenas una primera chispa. El reto sigue siendo inmenso. Pero cada letra aprendida es una victoria contra la exclusión, y cada palabra escrita es un paso hacia una vida con más autonomía, dignidad y esperanza.

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Fuente
Alerta Tolima