12 Mar 2018 12:44 PM

Presidente Santos, retoma diálogos con el ELN un día después de elecciones legislativas

Alerta
Tolima

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció en cadena de radio y TV que decidió retomar las negociaciones de paz con la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN), suspendidas desde fines de enero.

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El mandatario de los colombianos dio un balance positivo de las elecciones legislativas del domingo y al mismo tiempo hizo el anuncio

Estas fueron las declaraciones del Presidente Juan Manuel Santos, desde el salón conferencias de la Casa de Nariño, 24 horas después de elecciones al congreso:

Colombianos:

El pasado domingo vivimos las elecciones más pacíficas y más transparentes en más de medio siglo, con el mayor número de candidatos, el mayor número de mesas de votación y una mayor participación. 

Las FARC –ya desmovilizadas y desarmadas– se presentaron como un partido político: cambiaron las balas por los votos, la violencia por la democracia. ¡Para eso –precisamente para eso- se hizo el proceso de paz!

Es con gestos como este —y no con ataques terroristas— como el ELN puede reconstruir el mínimo de confianza que se requiere para avanzar en el camino del diálogo.

Ha llegado el momento de tomar una decisión sobre este tema.

Muchos líderes y ciudadanos, indignados con razón por las acciones violentas del ELN, han pedido levantar la mesa de conversaciones.

Por otro lado, la iglesia, varias organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos, voceros de los pueblos indígenas y afrodescendientes, así como de la comunidad internacional se han pronunciado a favor de retomar el diálogo con esta guerrilla.

El papel de un gobernante es sopesar las circunstancias, analizar las consecuencias y tomar la decisión que –en conciencia– considere la mejor para el futuro de la nación.

Nada más fácil que escoger la guerra. Estamos llenos de motivos para escoger la guerra, para cambiar las palabras por el sonido atronador de los bombardeos. Paradójicamente, es lo popular.

Buscar la paz –en cambio– exige paciencia, templanza, muchas veces ir contra la corriente, es decir, perseverancia y determinación a toda prueba. Buscar la paz nunca ha sido tan popular como mostrar los trofeos de la guerra. Lo digo por experiencia propia.

Pero la paz –como ya lo vimos con el proceso con las FARC– tiene el mayor beneficio de todos: ¡la paz salva vidas!

Han sido miles –¡miles! – las vidas que se han salvado –de soldados, de policías, de campesinos, de mujeres, de niños, de guerrilleros– gracias a la terminación de la guerra con las FARC.

Yo, como gobernante –pero sobre todo como ser humano–, no puedo renunciar a hacer todo lo posible, a agotar hasta el último recurso, para que no se pierdan más vidas, para que no haya más heridos ni mutilados, para que no se produzca más daño a la infraestructura o a la naturaleza, por cuenta del conflicto con el ELN.

Desde que se terminó el cese al fuego bilateral, son demasiados los muertos de lado y lado, demasiados los heridos, demasiadas las víctimas. Esto es lo que debemos parar.

Y esto solo se logra hablando, hablando para que los argumentos de la fuerza se cambien por la fuerza de los argumentos. La alternativa es seguir matándonos, seguir enfrentándonos por muchos años o décadas más. Creo firmemente que el país no tiene por qué resignarse a esto último.

Por eso –pensando en la vida, en salvar vidas, en lograr una paz completa para Colombia–, he decidido retomar los diálogos de paz con el ELN.

Con este fin, he dado instrucciones al jefe del equipo negociador, Gustavo Bell, para que viaje a Quito y reactive la mesa de diálogo.

El objetivo es avanzar en la discusión y acuerdos sobre los dos puntos que se estaban debatiendo simultáneamente: el de la participación ciudadana, y el de las acciones y gestos humanitarios que se deben dar para ayudar a construir la paz.

Y lograr también un nuevo acuerdo de cese al fuego y de hostilidades, amplio y verificable, que nos evite más pérdidas de vidas mientras hablamos.

El diálogo -como algunos sostienen- no es sinónimo de debilidad. Todo lo contrario: es un acto de responsabilidad, de valor, es una acción de compromiso con el presente, pero sobretodo con el futuro de los colombianos.

Por eso, mientras haya una luz –así sea una pequeña luz– en el sendero que conduce a la paz, lo más noble e importante a que puede aspirar cualquier sociedad, tenemos que recorrerlo.

Mi esperanza es que logremos adelantar lo máximo posible en la agenda temática, y ¿por qué no? agotarla en los próximos meses, si hay la voluntad. Por nuestro lado la hay.

Pero para eso necesitamos hablar, dialogar, negociar. Y eso es lo que estoy autorizando hoy: que se retomen las conversaciones.

Espero –de corazón– que en esta nueva oportunidad que se le da a la paz, se avance con prudencia, firmeza y perseverancia hasta acordar la desmovilización, desarme y reintegración del ELN, es decir, la paz completa que tanto anhelamos los colombianos.

Por lo pronto, volveremos a la mesa con el objetivo más puro y más importante que puede tener cualquier decisión: salvar vidas, ¡salvar vidas de colombianos!... Y consolidar el avance hacia la paz que es el mayor logro de la actual generación de nuestros compatriotas.

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