
El pasado viernes, su esposa Madely recibió una llamada desde Medicina Legal de Ibagué informándole que su esposo había sido encontrado sin vida, con heridas de arma blanca y su cuerpo parcialmente incinerado en el Parque La Paz.
“Me dijeron que lo habían identificado por su nombre y cédula, que había sido apuñalado y quemado. Que no podía verlo y que el cuerpo sería entregado directamente a la funeraria”, narró la mujer, quien tuvo que emprender viaje desde Bogotá sin mayor información.
El cuerpo fue hallado días antes, pero nadie notificó a la familia
El cadáver de Carlos fue encontrado el miércoles en la mañana, pero la notificación a la familia solo se dio hasta el viernes. En medio del paro arrocero que obstaculizaba el paso por carretera, una cuñada de la víctima se adelantó en moto a realizar los trámites. Al llegar a la Fiscalía, le confirmaron los detalles del crimen, pero le dijeron que los avances de la investigación solo estarían disponibles “dentro de tres meses”.
“Eso fue todo. Que había sido apuñalado, quemado, y que tocaba esperar tres meses. Me parece inaceptable. Estamos hablando de la vida de un ser humano”, señaló Madely.
“Mi esposo era mucho más que su adicción”
Aunque Carlos vivía en condición de calle y tenía problemas de consumo de sustancias, su familia sostiene que era una persona trabajadora y querida por quienes lo conocieron en Ibagué. “Varias personas le prestaban el celular para que hablara con nosotros. Él buscaba trabajos informales, se defendía como podía. Tenía una vida, tenía familia”, explicó su esposa.
Madely teme que las autoridades estén tratando el caso con indiferencia por el contexto de vulnerabilidad en el que se encontraba Carlos al momento de su muerte. “Parece que como era habitante de calle, ya lo clasificaron como un caso perdido o una pelea entre drogadictos. No podemos permitir que eso pase”, insistió.
Silencio oficial y muchas preguntas sin respuesta
Hasta ahora, la familia no sabe quién lleva el caso ni qué hipótesis se manejan. Tampoco han recibido detalles de lo ocurrido en el Parque La Paz, ni acceso al expediente o a avances reales. “Queremos saber por qué lo mataron, por qué lo quemaron, quién lo hizo, si hay testigos, si hay cámaras. Nada nos han dicho”, cuestionó.
El dolor y la incertidumbre crecen mientras la familia intenta comprender cómo fue posible que Carlos desapareciera por tanto tiempo y, cuando finalmente aparece, sea en circunstancias tan atroces.
“No queremos que su muerte quede en el olvido”
Carlos Alberto estaba próximo a cumplir 49 años el 16 de noviembre. Deja hijos, padres, hermanos y una familia rota por el dolor. Hoy, su esposa exige con firmeza que su caso no se archive ni se olvide.
“Mi esposo merecía una vida digna y, al menos, una muerte que no quede impune. No era un desechable. Era una persona con luchas, con errores, sí, pero también con amor, familia y dignidad. Solo pedimos justicia.”
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