La Selección Colombia dio su primera muestra de haber cambiado de ciclo y de proceso; el técnico Carlos Queiroz llegó al combinado nacional con la expectativa de comenzar a darles oportunidad a nuevos valores y realizar un trabajo amplio con el espectro de jugadores colombianos, tanto en el exterior como en la liga local.
Pese a que contra Japón respetó demasiado la idea futbolística y nominal que heredó de José Pékerman, ante Corea del Sur dio un vuelco total y aprovechó el amistoso para evaluar a otros jugadores, objetivo primario de las Fechas FIFA.
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Desde el arco, con Iván Arboleda, Queiroz quiso corroborar la postura ofrecida en la anterior rueda de prensa, y puso a debutar en el arco ‘cafetero’ al portero de Banfield de Argentina. Aunque el guardameta del ‘Taladro’ no le respondió, el entrenador cumplió con su cometido.
En la defensa, el orientador portugués no quiso riesgos y respetó la dupla central conformada por Dávinson Sánchez y Yerry Mina. Sin embargo, optó por realizar pruebas en los costados con Luis Manuel Orejuela y Cristian Borja.
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A diferencia del doble ‘5’ ríspido que alineó ante los nipones, eligió una primera línea de volantes de mayor juego con Gustavo Cuéllar y Mateus Uribe.
Por otra parte, en ataque la revolución fue total; sin excesivo respeto hacia los referentes, Queiroz probó de entrada a Duván Zapata, Alfredo Morelos, Luis Díaz y Sebastián Villa, quien ya había jugada y figurado en el anterior compromiso.
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Fueron ocho cambios entre partido y partido de esta gira por Asia y, sin importar los resultados, es el espíritu con el que deben encararse los duelos de preparación; los experimentos deben hacerse en la informalidad y no en plena competencia oficial.
Hasta aquí, tomando distancia con la ‘Era’ Pékerman, este es el primer gran acierto de Carlos Queiroz en la Selección Colombia. De nada sirve ser ‘campeón de amistosos’, si la improvisación va a reinar en los encuentros importantes.
Fuente: Antena 2 / Por: Edwin Cómbita
